Por Osvaldo Córdova
Rompiendo con el estilo ampliamente narrativo de las tres temporadas de “The Crown” en Netflix, el chileno Pablo Larraín nos trae su versión –literal- de lo que fue uno de los episodios más traumáticos en la vida de Lady Di o Diana Frances Spencer, nombre real de la princesa, y que fue el detonante para iniciar el escape de “la jaula de oro” en la que vivía.
Esta es la tercera ocasión en que el cineasta se sumerge en las aguas de la mitología popular del siglo XX, acercándose a figuras históricas de renombre para diseccionar los imaginarios sociopolíticos de esas épocas, como lo hizo con el poeta Pablo Neruda en “Neruda”, con Jackie Kennedy en “Jackie”, y ahora con Diana de Gales en “Spencer”.
A diferencia de otras “biopic” que cuentan la vida y obra de principio a fin de un personaje, Larraín repite su patrón narrativo y sitúa a la trama en un periodo mínimo, en esta ocasión los tres días más decisivos de la existencia de Diana: Nochebuena, Navidad y la fiesta de San Esteban, donde ya sabe de los amoríos del príncipe Carlos con Camila Parker-Bowles, y que sirven para conocer la psicología y la vida nada rosa de la princesa más querida de la monarquía británica, una de las más antiguas del mundo.
Es así que con tonos melodramáticos rompe con el estilo realista de muchas biografías y se va configurando un oscuro cuento de hadas con duendes, brujas y ningún príncipe, en los que varios personajes claves son ficticios y no pocos pasajes narrativos son simples proyecciones del estado de ánimo alterado y casi delirante de Lady Diana, como es el de Ana Bolena que representa los terrores del pasado en el que las sogas en el cuello se convierten en lujosos collares de perlas.
La interpretación que hace Kristen Stewart de la princesa va de menos a más - apoyada con un muy buen diseño de imagen- para mostrarnos a una madre cariñosa, una amiga fiel y una luchadora que busca su independencia, pero también a una mujer al borde de la locura, presa de la angustia al no poder escapar de “la jaula de oro” en la que se cobija la familia real y que no está exenta de sus propias limitaciones y defectos.
No por nada, Stewart parece haber dejado atrás su papel de Bella Swan en Crepúsculo, para meterse en Lady Di y sus angustias, lo que le ha valido ser nominada a mejor actriz en los Globos de Oro, en Critics Choice Awards y seguramente en los Oscar.
Además de una forma intimista, el director nos presenta la estricta línea marcada por la monarquía y el peso que esa tradición puede ocasionar para quien no esté dispuesto a seguir las reglas donde un vestido, un postre, una sonrisa o una mirada pueden ser símbolo del dolor y uso de poder para tratar de controlar a una princesa que para muchos es una persona disruptiva por su marcada irreverencia en la dinámica familiar de Isabel II.
“Spencer” es una “fábula a partir de una tragedia real” que rompe la cortina de una vida de ensueño, de lujos y de color de rosa para mostrar una pesadilla donde los intereses y soberbia son el pan de cada día en la vida de una princesa –que pudo ver sido la reina de Inglaterra- que en carne propia descubrió que el “y vivieron felices para siempre” era sólo una ilusión.
“Spencer”
Dirección: Pablo Larraín.
Elenco: Kristen Stewart, Timothy Spall y Jack Farthing.
Foto: Distribuidora.