Un equipo multidisciplinar del Instituto de Salud Carlos III identificó por primera vez los mecanismos mediante los cuales los nanoplásticos alteran la función tiroidea, tras una serie de estudios in vitro realizados con modelos celulares y moleculares. De acuerdo con el análisis, estas alteraciones podrían representar riesgos para la salud dependiendo del tiempo y los niveles de exposición a las partículas. El trabajo fue publicado en la revista Journal of Hazardous Materials y estuvo liderado por especialistas del Centro Nacional de Sanidad Ambiental y de la Unidad Funcional de Investigación en Enfermedades Crónicas.
Los nanoplásticos, que se forman por la degradación de plásticos mayores, alcanzan tamaños inferiores a una micra y poseen la capacidad de atravesar barreras biológicas con facilidad. Esto incrementa su potencial de daño, ya que pueden acumularse en distintos tejidos humanos. El estudio se centró en nanopartículas de poliestireno, uno de los plásticos más utilizados y presentes en el ambiente, para evaluar su impacto en células tiroideas responsables de producir hormonas esenciales para la regulación celular.
Los investigadores observaron que estas partículas, de alrededor de 30 nanómetros, se acumulan con rapidez en lisosomas y retículo endoplasmático. Este proceso desencadena alteraciones en genes y proteínas clave para la síntesis y transporte de hormonas tiroideas. Entre los efectos detectados figuran la disminución del transportador de yodo NIS y de la tiroglobulina, así como un aumento del estrés oxidativo, indicador de daño celular.
El estudio también determinó un umbral de exposición de 11 partículas por célula a partir del cual comienzan a registrarse efectos de disrupción endocrina. Los especialistas señalaron que, aunque la investigación se realizó en modelos celulares, los resultados sugieren que estas partículas podrían contribuir al desarrollo de hipotiroidismo y trastornos del neurodesarrollo, lo que refuerza la necesidad de conocer su presencia real en el organismo humano.
El equipo científico subrayó la urgencia de integrar los micro y nanoplásticos en las evaluaciones de riesgo químico, dada su creciente presencia en ecosistemas y cadenas de consumo. Asimismo, destacó la importancia de impulsar nuevas metodologías toxicológicas que permitan estimar de forma más precisa su impacto en la salud pública, especialmente en poblaciones expuestas de manera continua a estos contaminantes.