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El director general del INAH, Diego Prieto, manifestó que al haber cursado en esta escuela, se formaron como historiadores, pero bajo una visión antropológica y social.
“Estoy seguro que con estas capacidades se abrirán campo en su formación profesional y contribuirán a la atención de los problemas del país”, expresó.
Con el egreso de 47 jóvenes historiadores de la generación 2015 - 2019, “la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) reafirma su H mayúscula, la que refiere a la interpretación científica del pasado, y refrenda su compromiso en la formación de profesionales enfocados en las singularidades de los grupos y comunidades que constituyen nuestra nación”.
Así lo expresó el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el antropólogo Diego Prieto Hernández, al presidir la ceremonia de egreso en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, sede del Museo Nacional de Historia, legado por el expresidente Lázaro Cárdenas para tal fin, y en cuyo mandato también surgió el INAH como una institución a cargo de la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural de México, así como en la enseñanza de científicos en la materia, desde una visión humanista.
Las 25 mujeres y 22 hombres que ahora egresan de la Licenciatura en Historia de la ENAH, son herederos de este proyecto cultural y educativo surgido en el cardenismo, e incluso —recordó el titular del INAH— esta escuela es la “matriz” del propio instituto, pues precedió a su creación. Dada la vocación de esta casa de estudios, “estos jóvenes son muy conscientes de la necesidad de recuperar la historia social, la historia del conflicto, la de la vida cotidiana y la de las mentalidades.
“En ese sentido —continuó el antropólogo—, tenemos que rescatar el por qué cursar esta carrera en la ENAH, puesto que conlleva este enfoque en la diversidad, la singularidad de las regiones, las lenguas, las configuraciones étnicas y las especificidades culturales de los grupos y comunidades que integran México. Estoy seguro que con estas capacidades se abrirán campo para continuar su formación profesional y contribuir a la atención de los grandes problemas que enfrenta el país en este siglo XXI”.
Rememoró que hace casi 40 años, la ENAH reivindicó la H de su nombre, mediante la conformación de un programa académico que buscaba vincular ambas disciplinas: la antropología y la historia, de modo que “ustedes se han formado como historiadores, pero conscientes de una visión antropológica y social de la misma, en la importancia que es dejar atrás la tarea historiográfica como la sola recopilación del devenir político”.
En su intervención, Aarón Camacho, jefe de la Licenciatura en Historia de la ENAH, conminó a familiares y amigos de los egresados a continuar su apoyo, para que logren su titulación lo más pronto posible. “Más allá de las perspectivas laborales, invitó a los jóvenes historiadores a reflexionar sobre lo que aporta a sus vidas esta formación humanista y las múltiples formas en que pueden encaminarla para el bien social”.
José Luis Jiménez Ayala, profesor de la licenciatura, consideró que al estudiar en la ENAH se adquiere un compromiso con la sociedad, porque se trata de una institución educativa sostenida con los aportes de todos los mexicanos. “Si es cierto que a lo largo de ochos semestres nuestros estudiantes adquirieron un espíritu crítico y de servicio, debemos asumir una responsabilidad con la colectividad, ese compromiso surge del amor, de la vocación”.
Para los jóvenes historiadores, concluyó, se abren retos, sin embargo, cuentan con las herramientas metodológicas para abordar los problemas de estudio, de ahí la importancia de “enamorarse” de los temas de investigación, siempre inspirados por la musa Clío.
