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Un análisis realizado por InSigth Crime apunta a que los drones se están volviendo populares en los grupos criminales y los agentes del orden en toda Latinoamérica, por su capacidad para llevara cabo vigilancia y tráfico de drogas.
Según una fuente de la DEA, desde el 2014, los cárteles mexicanos han contratado a trabajadores locales para encomendar la construcción de drones a su medida, que son utilizados para traficar cocaína y otras drogas por la frontera de México-Estados Unidos.
Por su parte, las fuerzas de seguridad en México también han recurrido a los drones para transmitir imágenes y videos en tiempo real, con el fin de identificar la ubicación de sitios claves donde los cárteles almacenan drogas y armas o realizan otras actividades criminales.
Lo mismo ocurre con autoridades estadounidenses para cooperar en la llamada “guerra contra las drogas” y en el enfrentamiento contra grupos criminales en México.
