RECONOCEN CON MEDALLA AL MÉRITO FOTOGRÁFICO A ENIAC MARTÍNEZ - NTCD Noticias
Martes 23 de abril de 2024

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RECONOCEN CON MEDALLA AL MÉRITO FOTOGRÁFICO A ENIAC MARTÍNEZ

RECONOCEN CON MEDALLA AL MÉRITO FOTOGRÁFICO A ENIAC MARTÍNEZ

RECONOCEN CON MEDALLA AL MÉRITO FOTOGRÁFICO A ENIAC MARTÍNEZ

_ Pocos como Eniac Martínez han trazado con luz un mapa tan amplio de México; delineando primeros sus orillas como hizo con Litorales, para luego hurgar sus entrañas a través del Camino Real Tierra Adentro, y transitar sus Ríos como un complejo sistema circulatorio. Viaje y fotografía, cuerpo y esencia, vida y muerte, son uno en el trabajo de este experimentado fotógrafo que recibirá del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Medalla al Mérito Fotográfico, el próximo jueves 24 de agosto.

En su departamento de la Ciudad de México, como pistas de esos largos y azarosos itinerarios, se observan conchas de mar, máscaras, piedras… Como él dice, la primera palabra que asocia a la fotografía, es viaje; de hecho por estos días participa en una filmación al otro lado del Atlántico, en Marruecos, pero eso no le impide agradecer con antelación el reconocimiento que al lado de Lourdes Almeida y Marco Antonio Cruz, se le da en Pachuca, Hidalgo, en el marco del Decimoctavo Encuentro Nacional de Fototecas, por parte de la Fototeca Nacional del INAH.

Eniac Martínez (1959) ha transmutado con el tiempo, ha sido músico y pintor, sin embargo las claves de esas disciplinas le acompañan desde hace 35 años en su trayecto de fotógrafo. En cada secuencia que elabora piensa en sonido y en silencio, y también la concibe como una historia donde cada fotografía es una palabra que al juntarlas forman ideas, que a su vez dan pie a capítulos y éstos a libros, de manera que tras dilatados sobrevuelos, el ensayo fotográfico es el aterrizaje de ese tema de reflexión que le interesa y preocupa al fotógrafo.

Tras sus pasos en el Instituto Superior de Arte de La Habana, Cuba, y la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, ‘El Taller de los Lunes’ en el Consejo Mexicano de Fotografía fue su tercera escuela. Además de las enseñanzas de Pedro Meyer, el variopinto origen artístico de los jóvenes que ahí se daban cita, lo mismo artistas conceptuales que fotógrafos, músicos, escultores y arquitectos, fue su mayor aprendizaje.

Rubén Ortiz, Gabriel Orozco, Pablo Cabado, Tatiana Parcero, Carlos Somonte, Germán Herrera, Jorge López, María Inés Roqué, Mauricio y Manuel Rocha, son sólo algunos que como él, encontraron el eco de su propia voz en ‘El Taller de los Lunes’, “ahí sembró la idea de que yo tenía algo que decir, y me sentí profundamente cercano a la fotografía, gracias a ella he incursionado en mundos que nunca hubiera imaginado y que han hecho de mí lo que soy ahora”, comenta Eniac Martínez.

Como si estuviera predestinado a la odisea, el primer proyecto en el que trabajó fue Camino largo a Tijuana, filme de Luis Estrada; su colaboración como fotógrafo en diversas películas se ha convertido con el tiempo en un modus vivendi alterno, y a ese título ha sumado otros como Vivir mata, Before night falls, Babel y Arráncame la vida. Pero lo suyo, sentencia, es la fotografía de calle y el desarrollo de proyectos personales.

Fue en la Babel de nuestros días: Nueva York donde acudía al Centro Internacional de Fotografía que “comencé a vivir la calle cargando una cámara todos los días, donde fui desarrollando el ojo fotográfico para descubrir las formas en que funcionan los planos y surge el cauce natural de la vida”.

A su regreso a la Ciudad de México, Eniac Martínez incursionó en otra escuela de la fotografía de prensa y de vida cotidiana: La Jornada, medio en donde aprendió la disciplina del oficio, cubriendo lo mismo el hecho aparentemente “más gris” al más llamativo. No obstante, al igual que otros colegas suyos, “también quería contar una historia a través del tiempo, a partir de un grupo de imágenes que crearan un discurso fotográfico que me llevara a un determinado lugar”.

Esa búsqueda le llegó como un golpe del destino, supliendo a un amigo en el registro de los mixtecos de Oaxaca, comisionado por el entonces Instituto Nacional Indigenista. Primero con estancias de un par de semanas, luego de meses, años (seis en total entre producción y edición), comprendió lo que era crecer junto a un proyecto, y dejarlo hablar, de modo que lo que en un principio era un acercamiento monográfico, derivó en la historia de un pueblo migrante, y el mismo se convirtió en uno, al ir de la Mixteca Alta y Baja, a los campos del sur de Estados Unidos.

A Eniac Martínez le gusta hablar en términos geométricos, en coordenadas. Antes y en el inicio de cualquiera de sus fotoensayos, él se observa dentro de una esfera que es el “proyecto en bruto” y una vez dentro intenta moverse lo más cómodamente posible para escoger e ir acomodando los elementos del discurso. La idea es acotarlo de tal forma, que esa esfera termine siendo una “pelota de béisbol” en la manopla del fotógrafo.

“Creo que tan malo es quedarte en el limbo de los proyectos, es decir, flotando a ver qué sucede, como partir de una idea tan determinada que no te permita ver las variables que existen. Se trata de preguntarte qué es lo que necesitas del proyecto y qué es lo que el proyecto necesita de ti, por eso es importante estar atento a todas las señales que se van dando”.

“Mi inquietud fue siempre emprender un recorrido por la República Mexicana, partiendo de un tema determinado. Así se dio Litorales, en un diálogo con Francisco Mata Rosas; empecé primero con una cámara de plástico, una Pix Panorama de diez dólares, porque era lo que requería el proyecto en ese momento, y poco a poco esas necesidades se fueron transformando, algo similar pasó con Camino Real Tierra Adentro”, explica.

Dos mil 600 kilómetros en los que innumerables comunidades, entre la Ciudad de México y Santa Fe, en Nuevo México, Estados Unidos, siguen manteniendo un lazo común pese a las fronteras. Esa superposición de tiempos, geografías y personalidades –detalla— requería del formato panorámico que se acerca mucho a lo que capta el ojo, así como del blanco y negro, para unificarlos.

El encuadre panorámico que en algún momento llegó a ser un sello distintivo de su trabajo, le permitía dejar al descubierto todos los elementos que entran en juego en los entornos que conforman el Camino Real. En opinión de Eniac Martínez la imagen debe resultar evocativa y dar cabida al mayor número de lecturas de parte de quien la aprecia.

Con Ríos, otro de sus dilatados ensayos que ha traducido en un libro más, se valió de una cámara digital panorámica 6 x 6, y del color como un factor clave para hablar de esos otros caminos que son estas corrientes de agua y de cuatro aspectos que fluyen a través de ellos: la vida y la muerte del río, y la vida y la muerte del hombre, en simbiosis.

Y mientras de fondo resuena la campanilla del camión de basura, el reconocido fotógrafo explica que en Ríos también quiso dejar patente el efecto pernicioso y catastrófico de las políticas que han convertido estos cauces en un vertedero de desechos. Un tema, la basura, le inquieta tanto que es el leit motiv de su próximo reportaje de aliento y muy próximo al consumismo sin freno de nuestras sociedades.

“Sin embargo no hago libros con el fin de crear conciencia, eso sería arrogante e ingenuo de mi parte. Lo que hago es exponer un determinado tema desde el punto fotográfico y ponerlo en la mesa”, aclara.

Lo mismo que para obtener un buen vino, Eniac Martínez sabe madurar sus proyectos, por eso advierte no dejarse llevar por la velocidad e instantaneidad que permiten las nuevas herramientas tecnológicas incluidas las redes sociales, pues son factores que no siempre juegan a favor de la imagen en sí, “aunque sirvan para despertar la mirada. Lo verdaderamente importante es tener algo que decir”, concluye alguien consciente de que las respuestas están en el camino.


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