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Por cada grado de calentamiento global, aproximadamente el siete por ciento de la población mundial estará expuesta a la disminución de al menos veinte por ciento de los recursos hídricos renovables, según datos del Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, realizado en 2018.
Para atacar esta catástrofe mundial, la UNAM habilitó un humedal natural en sus instalaciones de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, el cual consiste en una superficie de tierra que se mantiene en inundación permanente o de forma temporal, permitiendo el desarrollo de una gran diversidad de poblaciones de flora y fauna, acuáticas y terrestres. Su importancia radica en brindarles servicios ecosistémicos a las especies que habitan en estos refugios naturales. Además de que se aprovecha la captación de agua de lluvia.
El universitario Óscar Monroy Olguín, egresado de la carrera de Ingeniería Agrícola de la FES Cuautitlán, fue quien con la asesoría del maestro Rubén Vargas Márquez, jefe de la Unidad Agrícola del Centro de Enseñanza Agropecuaria (CEA) de esa entidad académica, ideó la manera de implementar canales de captación de agua a un contenedor que se originó de manera natural en las instalaciones de la Facultad.
La formación de estos espacios, agregó, puede ser natural como los lagos, ríos, manglares, canales de río, cultivos de arroz y presas; o artificial para almacenar y depurar el vital líquido proveniente de aguas residuales o contaminadas, con el objetivo de utilizarla con fines productivos.
Estas zonas ayudan al ser humano en la obtención de alimentos y materia prima, que son reguladores de temperatura y controlan inundaciones, entre algunos de sus beneficios. En el ámbito agrícola sirven como sistemas de captación de agua, la cual puede ser usada para el riego en tiempos de sequía o en sitios donde no se tiene la cantidad suficiente del líquido por precipitación, comentó Monroy Olguín.
La habilitación del humedal permitió recuperar un área que se utilizaba como depósito de residuos sólidos urbanos; se lograron contener las inundaciones atípicas derivadas de accidentes del manejo del agua de riego y las que ocurrían en el periodo de lluvias en el estacionamiento del Hospital de Equinos, dijo.
A su vez, el maestro Vargas Márquez explicó que gracias a este ecosistema se obtienen forrajes de mejor calidad para alimentar a los caballos que se atienden en el nosocomio; se prevé que próximamente se transforme en un hábitat para el desarrollo de fauna nativa, aves migratorias y de resguardo para polinizadores.
Asimismo, se crearon diversos materiales como un catálogo digital, colección botánica de la vegetación semiacuática y acuática, protocolo de colecta de plantas, así como mapas de la vegetación y de las zonas inundables.
Este espacio, añadió, también contribuye a la formación académica de los estudiantes de Ingeniería Agrícola y Medicina Veterinaria y Zootecnia de esta casa de estudios, ya que a partir de él se pueden llevar a cabo prácticas en tópicos como botánica, entomología, uso de forrajes alternativos, ornitología, herpetología e hidrología, entre otros.
El proceso de adaptación del humedal inició en 2017 con el retiro de residuos orgánicos del terreno y la delimitación física con materiales que resultaron de la poda de árboles y arbustos, además del establecimiento y mantenimiento de canales de drenaje, captación y distribución de agua.
Posteriormente se llevó a cabo el balance hídrico y la determinación de las zonas inundables, de la textura del suelo e índice de infiltración y la descripción de la vegetación semiacuática y acuática del lugar (alrededor de doce especies localizadas con predominancia de familias Cyperaceae y Typhaceae).
En este sentido, el académico destacó que este ecosistema registra un avance del 80 por ciento, como una importante área de amortiguamiento y refugio animal y vegetal.