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Por Osvaldo Córdova
Guillermo del Toro es un constructor de mundos, un hacedor de cuentos y fábulas con un estilo onírico y tétrico, lo que vuelve a demostrar en “El callejón de las almas perdidas”, una nueva versión y no un “remake”, como dijera en diversas ocasiones el propio cineasta, del film “noir” de Edmund Goulding, estrenado en 1947, basado en la novela de culto de William Lindsay Gresham.
Es así que el director de “Cronos” retoma esa historia sobre el arte circense y el ocultismo ambientada a fines de los años 30 para presentar a Stan (Bradley Cooper), un tipo que llega al circo donde conocerá y aprenderá los conceptos básicos de ese espectáculo para después crear su propio show con el que comenzará a estafar a millonarios ayudado de una despampanante y “femme fatale” (Cate Blanchet) que sabe de sus charlatanerías.
La película se divide en dos partes -estéticamente muy marcadas-: el circo y la gran ciudad art decó. La primera es estridente y colorida, mientras la segunda es oscura e inquietante. En ambas las alegorías, los simbolismos, las metáforas y las moralejas están presentes, pero con un estilo menos sensible y conmovedor que en varios de sus films previos.
En esta ocasión nadie se salva de la maldad y la crueldad. Si en “La forma del agua” encontró la humanidad dentro del monstruo, en esta ocasión el trabajo es a la inversa: el monstruo es el humano, al presentar una diversidad de personajes que en cierta manera son todos unos estafadores: El hombre más fuerte, no lo es; los adivinos utilizan estratagemas para pasarse información sin que nadie los vea, y el “monstruo” del espectáculo es un decadente borracho.
Del Toro vuelve a demostrar su habilidad para crear escenarios de fantasía de una poderosa belleza visual, pero el problema de la cinta está en la narrativa, sobre todo, de la segunda parte del film que resulta menos logrado y más artificioso, en la que ni la glamorosa Blanchett aprovecha por completo su papel de “femme fatale”.
La desmesura del espectáculo visual, con ese elegante festín de colores y decorados preciosistas, diluye la esencia del cine “noir” que es exponer la miseria de la posguerra de una manera sombría, dolorosa y con una moral desgastada. Y es que a diferencia de “El laberinto del fauno” donde jugó con lo visceral de la historia y su mundo barroco, en este film parece que ello lo dejó guardado en el armario.
Pero con todo y ello, Del Toro en “El callejón de las almas perdidas” crea un film un filme oscuro y pesimista donde la clave del triunfo reside en aprovecharse del sufrimiento, la ignorancia y las debilidades del prójimo para sacar beneficios, en el que deja ver que no hay peor monstruo que la miseria humana.
“El callejón de las almas perdidas”.
Dirección: Guillermo del Toro.
Elenco: Bradley Cooper, Rooney Mara, Cate Blanchett, Ron Perlman.
Foto: Distribuidora.
