_ Muy buenos días a todas ustedes, mi querido Juan Francisco, Perla, muchas gracias, muchas gracias por esta invitación y con mucho gusto estoy esta mañana con ustedes en este foro maravilloso de líderes, de mujeres líderes y sobre todo, líderes que ya hemos logrado un espacio, un reconocimiento, líderes que ya hemos roto techos de cristal y que tenemos un compromiso mayor con todas las mujeres mexicanas.
Yo quisiera compartir algunas de las reflexiones sobre la agenda con motivo de la resiente conmemoración de este Día Internacional.
No cabe duda que este año hemos conmemorado este día de unas maneras que no tienen precedentes en nuestra larga batalla por los derechos y libertades de las mujeres; y también es cierto que estamos empeñadas y empeñados en dar atención a las demandas y exigencias por nuestros derechos y sus libertades, de una forma que tampoco tiene precedentes.
El pasado fin de semana marcó un hito en la historia de los movimientos en favor de los derechos y de las libertades de las mujeres en México, y digo esto con base en los hechos recientes que todas y todos pudimos presenciar o ser partícipes.
Fueron tres días, tres días consecutivos de acciones conmemorativas, que iniciaron con la cadena humana de mujeres el día 7 de marzo, que tuvo lugar en más de 30 ciudades en la mayoría de los estados y por supuesto en la Ciudad de México.
Al día siguiente, el domingo 8, con las marchas que protagonizaron decenas de miles de mujeres, yo diría millones de mujeres en el mundo, pero aquí, miles, decenas de miles de mujeres que caminaron por las calles de la Cuidad de México, de muchas otras ciudades grandes y pequeñas, de nuestro país.
Vimos mujeres de todas las edades de todas las condiciones sociales; mujeres unidas con una sola consigna:
¡Ya basta!
¡Ya basta de violencia contras las mujeres!
¡Ya basta de acoso contra las mujeres!
¡Ya basta de que nuestras niñas y adolescentes vivan con temor!
¡Ya basta de feminicidios!
Eso es lo que las mujeres exigen a los gobiernos, a las autoridades, federales, estatales y municipales.
Es el reclamo justo, es la marcha legítima a la que debemos dar respuesta de manera más eficaz y más rápida desde el Gobierno de México.
El lunes 9 vivimos el paro nacional “Un día sin mujeres”, que me motivó a mí en lo personal, para reflexionar, y yo creo que a todas, que la ausencia puede ser más fuerte que el grito más sonoro.
Tres días, tres días que para las mujeres de México son ya inolvidables, y que para las que trabajamos ahora para el Estado representan un acicate pero también un aliciente para dar atención a las demandas y exigencias de las mujeres de todas las edades, de todos los lugares urbanos y rurales, de todas las condiciones, de todas las razas, unidas por el común denominador del alto índice a la violencia o de las violencias que se ejercen en su contra, contra las niñas, contra las adolescentes, y aquí hago un paréntesis, somos de los primeros países que tiene embarazos infantiles, antes de los 12 años y embarazos de adolescentes, esas son violencias, contra nuestras jóvenes, contra nuestras mujeres mayores de edad.
Por eso reitero ahora lo que expresé desde hace varios días: quien agrede a una mujer, nos agrede a todas. Ese es el compromiso claro y preciso que nos obligará a brindar resultados en el corto plazo.
Quiero compartirles que si bien las demandas de nuevas generaciones de mujeres son resultado de los siglos de lucha por ser tratadas con igualdad y con respeto a nuestros derechos en situación y como seres humanos y que varias generaciones de mujeres debemos agradecer y reconocer avances importantes en esta lucha por la igualdad y la erradicación de la violencia y que hace más de 50 años luchábamos por derechos y libertades básicos, quiero compartirles que hoy nuestras hijas y nuestras nietas ven el mundo con sus propios ojos y lanzan sus propias exigencias.
Las mujeres de este nuevo siglo, de este nuevo milenio, tienen una visión distinta, tienen reclamos distintos a los cuales debemos de poner mucha atención.
Hoy nos encontramos ante nuevos feminismos, con nuevos reclamos, tan válidos y legítimos como los que nosotras enarbolamos en nuestros propios tiempos.
Me atrevo a hablar de una tercera generación del feminismo que exige, como punto crucial, la superación verdadera de un sistema como condición necesaria para dar el nuevo salto hacia una auténtica igualdad sustantiva y no solo formal entre mujeres y hombres, entre hombres y mujeres.
Estos reclamos, estas exigencias están siendo escuchadas desde el Estado y estamos haciendo lo necesario para eliminar todas las formas de violencia, acoso y feminicidios.
Nuestra visión y meta es lograr la incorporación plena de las mujeres al desarrollo económico, social y político de nuestro país, el día en que todas nuestras mujeres estén incorporadas a este desarrollo el crecimiento económico de nuestro país no tendrá precedentes en la historia de México.
Como mujer y como secretaria responsable de la política interior del país, quiero reiterarles mi compromiso de superar las desigualdades y fortalecer las acciones a favor de los derechos de mujeres y niñas de nuestro país.
Quiero decir fuerte y claro, que prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres es, para el Gobierno de México, una prioridad.
México va a seguir avanzando, no hay marcha atrás, tenemos una meta clara: no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera, reducir las desigualdades sobre todo para que todas las mujeres vivamos en condiciones de respeto, de igualdad y libertad a nuestros derechos.
Muchas gracias.