En el marco del 56 Aniversario del fallecimiento del pintor guanajuatense.
Cita anual en la Rotonda de las Personas Ilustres.
La ceremonia estuvo presidida por la directora general del INBA, María Cristina García Cepeda.
Diego Rivera está aquí con nosotros, no nos ha dejado nunca, afirmó María Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, durante la ceremonia con motivo del 56 aniversario luctuoso del pintor mexicano.
En esta fecha, año con año recordamos la vitalidad de uno de los más grandes artistas plásticos de México. Para el INBA es un honor acudir a la cita anual en la Rotonda de las Personas Ilustres a rendir un cálido homenaje a quien Alfonso Reyes consideraba como a€œtoda una época por sí soloa€, mencionó la directora del INBA.
a€œPensar en Diego Rivera es pensar en la transformación que en su tiempo se experimentaba en todos los ámbitos de la vida nacional, y del cual fue un gran protagonista. No sólo lo recordamos como uno de los más destacados precursores de la Escuela Mexicana de Pintura, cuyo fruto más acabado fue el muralismo y fue nuestra primera expresión artística de talla internacional.a€
Añadió que pensar en Diego Rivera es pensar en su interés por nuestro pasado prehispánico, en el rescate y la revaloración que hizo de nuestros vestigios arqueológicos a los que siempre vio como obras fundadoras de una estética nacional.
Pensar en Diego Rivera, dijo, es pensar en el profundo aprecio que desde niño sintió por el arte popular y por los artistas que en ese momento lo producían. Pensar en Diego Rivera es pensar en una formación y una trayectoria profesional, que sigue siendo orgullo de todos los mexicanos.
María Cristina García Cepeda, señaló que el INBA resguarda y exhibe una parte importante de la obra de Rivera en los principales museos del país, y subrayó que se tiene el compromiso de velar por su conservación, por su mejor conocimiento y su mayor disfrute.
Previamente, la hija de Diego Rivera, Guadalupe Rivera Marín, hizo un recordatorio de su padre y también de José Guadalupe Posada, del que dijo fue gran amigo.
Contó cómo fue el encuentro entre ambos artistas, después de que Diego y Roberto Montenegro ganaron un concurso para viajar a Europa, y como solo uno de ellos podía hacer el trayecto, resolvieron la situación por medio de un volado, que Rivera perdió.
Muy triste por la situación, acompañó a su padre a Veracruz, allí el gobernador Teodoro Dehesa vio su trabajo y dijo que él costearía el viaje; mientras se llegaba el momento de la partida, Diego paseaba por la calle de Santa Inés donde Posada tenía su taller; allí quedó maravillado de los grabados que hacía. Posada lo invitó a pasar y le enseñó a grabar; de ahí nació una gran amistad.
Guadalupe Rivera también comentó el cambio que hizo su padre al nombre de la Calavera Garbancera de Posada por el de la Catrina, nombre que la ha hecho famosa internacionalmente.
Al llegar al Panteón de Dolores, Guadalupe Rivera iba del brazo de su nieta Paulina Gómez Morín Duarte, con un gran ramo de alcatraces con las que adornaron la tumba de Diego Rivera.
Al finalizar el acto protocolario se hizo una primera guardia ante la tumba del muralista guanajuatense, en la que participaron la directora general del INBA, María Cristina García Cepeda, Guadalupe Rivera, su hijo Pedro, su nieta Paulina Gómez Morín, la madre de ésta, Guadalupe Duarte de Gómez Morín, Luis Rius, director del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo y el Museo Mural Diego Rivera y Luis Alberto Salgado, Fiduciario del Banco de México, quien maneja el fideicomiso de Diego Rivera y Frida Kahlo.