Lla Unión Europea intensificó la presión internacional sobre el presidente venezolano Nicolás Maduro al unirse a Estados Unidos y varios países latinoamericanos en el rechazo de los resultados de las elecciones del 28 de julio. Estas elecciones, marcadas por alegaciones de fraude, han generado una creciente crisis en Venezuela, donde las protestas han dejado al menos once muertos y más de 2,000 detenidos, según informes de derechos humanos.
El Consejo de la Unión Europea emitió un comunicado en el que declara que los boletines de la autoridad electoral venezolana no pueden ser reconocidos sin una verificación independiente. La UE no ha respaldado al candidato opositor Edmundo González Urrutia, quien, según las copias de actas publicadas por la oposición y revisadas por diversas organizaciones, habría ganado las elecciones con una mayoría significativa. Maduro, sin embargo, fue confirmado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) con un 52% de los votos frente al 43% de González Urrutia.
La oposición, liderada por María Corina Machado, ha continuado con sus manifestaciones a pesar de la represión gubernamental. Machado, quien se había declarado en la clandestinidad tras amenazas de Maduro, agradeció a países europeos como Alemania, España y Francia por su apoyo a la transparencia electoral y su demanda de la publicación de las actas. Estados Unidos, Perú, Argentina, y otros países también han reconocido a González Urrutia como ganador, mientras que Rusia y China han expresado su apoyo a Maduro.
El papa Francisco ha hecho un llamado a la calma, pidiendo a todas las partes involucradas que busquen la verdad, actúen con moderación y resuelvan las disputas a través del diálogo. El llamado a evitar la violencia se suma a los esfuerzos internacionales por resolver la crisis, mientras Maduro, respaldado por las Fuerzas Armadas, ha denunciado lo que describe como intentos de "usurpación" del poder.
La situación política en Venezuela sigue siendo tensa, con una comunidad internacional dividida y presiones internas crecientes. Mientras algunos países buscan mediar en el conflicto, Maduro rechaza las críticas externas y acusa a sus opositores de intentar desestabilizar su gobierno. La situación sigue evolucionando, con posibles impactos en la estabilidad de la región y en las relaciones internacionales.