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Viernes 26 de abril de 2024

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INAH RESTAURÓ DIVERSIDAD DE BIENES CULTURALES

INAH RESTAURÓ DIVERSIDAD DE BIENES CULTURALES

INAH RESTAURÓ DIVERSIDAD DE BIENES CULTURALES

_ Durante 2016, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desarrolló diversas acciones encaminadas a la restauración y conservación de bienes culturales, entre los que destacan la escultura ecuestre de Carlos IV, también conocida como El Caballito, el Camarín de la Virgen de Loreto, del Museo Nacional del Virreinato, el mobiliario que obsequió Napoleón III a Maximiliano y el saco del general Francisco Villa, entre otras piezas de gran valor histórico.

El instituto dio paso a la segunda etapa del proyecto de conservación-restauración de la escultura ecuestre de Carlos IV, para recuperar su estabilidad, unidad y apariencia. En la primera etapa se efectuó un diagnóstico de daños y una propuesta de trabajo, y en noviembre pasado comenzaron las labores para restablecer la integridad de la superficie metálica, dañada en 45 por ciento debido a diversas intervenciones que ha tenido a lo largo de los años, entre ellas, la de 2013 hecha con un tratamiento inconveniente a partir del uso de ácido nítrico.

Uno de los hallazgos más reveladores fue el registro de los restos del acabado orgánico con que Tolsá recubrió la estatua de aleación de cobre, identificándose rastros de una capa pictórica verde-marrón. Esto coincide con una cita histórica del explorador alemán Alexander von Humboldt, en la cual señala que Tolsá tuvo el tino de no dorar la estatua, sino haberle dado un tono a€œverde parduzcoa€. El reconocimiento de esa técnica de acabado es una de las claves que los especialistas del INAH toman en cuenta para restituir la unidad visual de la obra histórica.

En el Museo Nacional del Virreinato, los expertos trabajaron en el Camarín de la Virgen de Loreto, joya virreinal del Templo de San Francisco Javier, en el cual se realizaron trabajos de impermeabilización y se atendieron los estucos afectados por la humedad y la presencia de sales. Asimismo, se hizo un estudio para proponer diversos sistemas de conservación, con miras a restaurar en su totalidad el espacio y abrirlo al público. La imagen de la Virgen de Loreto, que data del siglo XVII, también recibió trabajos de limpieza, eliminación de repintes, resane y reintegración cromática.

En la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) se intervino el saco que portaba el general Francisco Villa el 20 de julio de 1923, fecha en que fue asesinado en Parral, Chihuahua. La prenda, perteneciente a la Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, presenta 11 orificios. Antes de ser intervenida se hizo un estudio histórico, se identificó la materia prima y la técnica de factura. Además se determinó el grado de deterioro que tenía.

El material de composición del saco de lino color marfil se encontró estable, pero fue necesario coser el extremo de la manga izquierda a€”cortada para extraer la prenda del cuerpo en el lecho de muertea€” y detener la pérdida de hilos.

También del Castillo de Chapultepec se atendió un conjunto de sillas y sillones que son parte del mobiliario del Alcázar, en cuya tapicería se aprecian pasajes de las fábulas de Jean de la Fontaine.

Las 14 sillas y sillones de la Sala de Pianos, obsequiados alrededor de 1865 por el emperador Napoleón III al archiduque Maximiliano de Habsburgo, mostraban falta de brillo y color, además de pérdida de hilos en la urdimbre y en la trama, ocasionados por el paso del tiempo y factores ambientales, por lo que los expertos plantearon un proyecto de conservación que incluyó una reproducción digital de las imágenes sobre una tela sintética para cubrir la original sin dañarla.

El INAH también restauró espacios arquitectónicos, como la bóveda del Templo de San Martín de Tours, en Huaquechula, Puebla, donde especialistas hallaron la decoración original del siglo XVI, completa y en buen estado de conservación, que procedieron a rescatar.

Además de la bóveda de crucería, se atendieron deterioros del inmueble, entre ellos grietas ocasionadas por sismos, así como resanes de cemento fuera de nivel, manchas de humedad, polvo y hollín acumulado.

En Oaxaca se intervino la decoración de los espacios de la crujía norte del Ex Convento de San Pablo, incluidos los que funcionaron como aulas del antiguo Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, donde se instruyeron personajes como Benito Juárez.

En la crujía norte se localizó gran cantidad de aplanados que corresponden a la época del convento, los cuales fueron recuperados, consolidados y restaurados. También durante la intervención se localizó y restauró la primera decoración que data del siglo XVII, además de guardapolvos en color rojo, cenefas de flores y líneas que enmarcan ventanas y puertas.

Asimismo, en territorio oaxaqueño el INAH atendió tres retablos de estilo neoclásico del siglo XVIII, afectados por un incendio en 2010, en el Templo de San Andrés Zabache. Las obras tuvieron distintos grados de afectación, al igual que las 11 tallas policromadas de santos que alberga cada una, las cuales recibieron limpieza, resane y reintegración de acuerdo con el nivel de afectación. Del retablo mayor se perdió casi 80% de su composición, por lo que tuvo que rehacerse en su totalidad.

En el Templo de San Bernardino de Siena, en Xochimilco, restauradores atendieron ocho pinturas sobre tabla atribuidas a Baltazar Echave Orio, y dos lienzos sobre tela anónimos del siglo XVII. Las piezas fueron sometidas a limpieza y reintegración cromática, además, se desarrolló un estudio para conocer los materiales constitutivos, la técnica de factura y el estado de conservación de las obras. Los estudios permitieron comprender los deterioros y las alteraciones de las piezas que se habían acumulado a lo largo de sus 400 años de existencia.

En ese mismo recinto fue intervenida la pintura mural que se descubrió cuando se desmontaron las pinturas del retablo para su intervención. El mural, de 84 metros cuadrados y ubicado en el sector oriente del templo, presenta tres capas pictóricas que dan cuenta de las distintas decoraciones que tuvo el ábside entre los siglos XVII y XIX.

Los tres retablos del Santuario de la Virgen de Ocotlán, en Tlaxcala, recobraron su brillo y magnificencia tras dos temporadas de trabajo, en las que expertos del INAH restituyeron faltantes de hoja de oro, policromía y elementos perdidos en la decoración de las esculturas. Cada conjunto alberga 18 esculturas policromadas de diferentes épocas, que también fueron intervenidas para devolverles sus valores históricos y estéticos.

Como parte del proyecto de restauración de objetos de culto ligados a los sistemas locales de creencias de los coras, se intervino el óleo sobre tela de la Santísima Trinidad, que data del siglo XVIII y formó parte del retablo principal de la misión de la Mesa del Nayar, en Nayarit, reducción fundada por los jesuitas hacia 1722. Junto con el lienzo se atendió una serie de esculturas de la localidad, que datan de los siglos XVIII, XIX y XX, así como varias de los periodos jesuita y franciscano, y otras procedentes de comunidades de la región, que son parte del acervo del templo.

A la obra alusiva a la Santísima Trinidad se le hizo un reentelado llamado a€œholandésa€, se puso en un nuevo bastidor y se eliminó el barniz oxidado de la parte frontal, para posteriormente efectuar una reintegración cromática con la técnica de tratteggio (basada en líneas enfrentadas o que siguen la forma de la pintura).

En la ENCRyM también se rehabilitaron un par de esculturas de madera de Jesús Crucificado y san Francisco, procedentes de dos comunidades del Estado de México, dentro de las cuales se encontraron documentos de más de dos siglos de antigüedad que revelan parte de su historia.

La representación de Cristo, que forma parte del discurso iconográfico del retablo principal de una iglesia de Tenancingo, tenía en el interior de la cabeza una botella de vidrio con papeles en los que consta que fue hecha en 1776 y modificada en 1905. A esta pieza se le efectuó un proceso de fijado y limpieza, se estabilizaron las grietas y se corrigieron las deformaciones internas, producto de una filtración de agua que durante años le afectó.

En tanto, la escultura de san Francisco, perteneciente a la comunidad de Juchitepec, data de la primera mitad del siglo XVII, fecha que se determinó a partir de pedazos de papeles hallados durante su restauración, que en aquella época fueron empleados para formarle la cabeza, entre ellos una bula papal, documento pontificio correspondiente al primer cuarto del siglo XVII; fue fumigada, se le eliminó suciedad, se retiraron repintes y se estabilizó su policromía.


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