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Viernes 19 de abril de 2024

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Rememoran vínculo de 50 años entre el INAH y el Metro

Rememoran vínculo de 50 años entre el INAH y el Metro

Rememoran vínculo de 50 años entre el INAH y el Metro

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El coordinador nacional de Arqueología, Pedro Francisco Sánchez Nava, repasó los más icónicos hallazgos registrados durante la construcción de las líneas del Metro.

Desde sus inicios, en 1967, las obras del Sistema de Transporte Colectivo han permitido al Instituto indagar y comprender mejor la milenaria historia de la capital del país.


Al interior de las obras y dentro de los túneles se les conocía como “metreros”. El himno de guerra de aquellos hombres y mujeres que, capa a capa, indagaban en el pasado de la gran urbe, no era otro que la canción Voy en Metro, de Chava Flores, la cual dice: “adiós mi linda Tacuba, bella tierra tan risueña, ya me voy de tu Legaria, tu Marina y tu Pensil. Ya me voy, me lleva el Metro por un peso hasta Taxqueña”.

Enfatizando aquel lejano “peso” que costaba el viaje en los años 60 y 70 del siglo pasado, uno de los más señeros metreros, el arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava, quien además de ser el coordinador nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), presume ya de haber cantado en Bellas Artes —pues a capela trajo a la memoria a Chava Flores—, luego de que ofreció en este recinto la conferencia El Metro y la arqueología de la Ciudad de México, en conmemoración al 50 aniversario de la entrada en funciones del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.

Invitado por la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble (DACPAI) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), el arqueólogo narró su experiencia como encargado de la supervisión del trabajo de salvamento arqueológico en las líneas 3, 4, 5, 6, 7 y 9 del Metro, a la par que sintetizó la importancia que esta magna obra —iniciada en 1967— ha tenido para la comprensión del pasado milenario de la capital mexicana.

En un primer momento, el investigador rememoró cómo la actual Ciudad de México funciona aún conforme a rutas marcadas y usadas desde tiempos virreinales e incluso anteriores, pues las calzadas prehispánicas de Tlacopan e Ixtapalaban, casi corresponden con el trazo de la actual Línea 2 del Metro.

Señaló que la megalópolis es un “gran rompecabezas, el cual, de antemano sabemos tiene faltantes, por ello, las grandes obras de infraestructura, como en su momento fue la Línea 1 del Metro, nos ayudan a encontrar las piezas que restan”.

Explicó cómo la construcción de la primera vía subterránea, que corrió inicialmente de Chapultepec a Zaragoza, facilitó la ubicación de centenas de objetos de la época precortesiana, incluida una escultura en roca de la diosa mexica Tlaltecuhtli, que ahora resguarda el Museo Nacional de Antropología, así como un omichicahuaztli, instrumento musical a manera de guiro, que se halló tallado en un fémur humano.

El trabajo realizado por el INAH desde que inició la obra de la Línea 2, en los años 70, fue más fácil y compenetrado con la entonces regencia del Distrito Federal, toda vez que para ese momento ya se contaba con la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, promulgada en 1972, destacó Sánchez Nava.

De los trabajos en esta línea, resaltó la recuperación del Adoratorio a Ehécatl-Quetzalcóatl, en la actual estación Pino Suárez, así como el descubrimiento de un pequeño basamento, en espacios aledaños al Recinto Sagrado de México-Tenochtitlan, el cual fue reubicado en los jardines del MNA.

La tercera línea, que ahora corre de Indios Verdes a Universidad, aportó hallazgos como el cráneo del llamado Hombre del Metro Balderas, “un individuo masculino de entre 34 y 40 años de edad al momento de morir, cuya antiguedad se remonta hasta 11 mil años antes del presente”.

El hallazgo de restos de fauna prehistórica ha sido una de las constantes en las excavaciones del STC Metro. En su ponencia, el arqueólogo enumeró al menos una decena de mamutes que han sido recuperados, siendo el más emblemático el ubicado en terrenos del Metro Talismán (Línea 4), el cual dio la imagen a dicha estación y que, hasta hoy, se exhibe en dicho sitio.

El titular de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, detalló que, si se sobreponen a mapas actuales los sitios donde se han recuperado mamutes en la Ciudad de México, se prueba que estos animales eran incapaces de nadar las poco profundas aguas de la Cuenca, por lo que a menudo quedaban atascados en el fango y eran presa fácil para depredadores que, como los humanos prehistóricos, les atacaban desde las riberas.

Otros hallazgos llamativos, dijo, son tres pequeños cascarones de huevos de grulla, descubiertos y resguardados por los especialistas del Instituto, los cuales se encontraron al liberar los predios para la estación Pantitlán; tales restos —de más de 10 mil años de antiguedad— fueron envueltos naturalmente en bentonita, lo que los conservó hasta nuestros días.

Tras repasar casos como el de la Línea A, que fue nula en cuanto al hallazgo de bienes culturales, o bien del trazo original de la Línea 8, que planteaba atravesar el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo que llevó a una fuerte oposición académica y civil que resultó en su suspensión y reubicación, Sánchez Nava citó otros descubrimientos, como los de una serie de urnas funerarias durante la construcción de la Línea 7.

Dichas urnas correspondían a militares mexicanos caídos durante la Batalla de Molino del Rey, de la guerra entre nuestro país y los Estados Unidos. Incluso, finalizó, la conjunción entre la arqueología, la historia y las técnicas forenses de reconocimiento, permitieron a los investigadores determinar que uno de los cráneos localizados en las urnas, era el del coronel Lucas Balderas, prominente oficial que, asimismo, da nombre a la estación en donde confluyen las líneas 1 y 3 del Metro.


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