_ *En el vestíbulo del Auditorio Jaime Torres Bodet se develó una placa en su memoria
A un año del sensible fallecimiento de Mario Vázquez Ruvalcaba (1923-2020), pilar de la museología y museografía mexicanas, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) rindieron un sentido homenaje a la vida y obra de este prolífico personaje, amante de los museos.
Bajo protocolos sanitarios, el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología (MNA), recinto considerado su hogar al haber participado en su creación a principios de la década de los años sesenta y posteriormente dirigirlo, fue el punto de reunión de familiares, amigos y alumnos del destacado especialista, para honrar su memoria.
En la ceremonia, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, afirmó que este emblemático recinto museístico, además de ser la casa de Mario Vázquez, es su herencia y legado, “por lo que la mejor forma de rendirle homenaje es cuidarlo y engrandecerlo, y darle continuidad a la tradición que él contribuyó a desarrollar: el propio Instituto.
“En esta tradición interdisciplinaria, que representa la capacidad de combinar investigación, conservación, cuidado, divulgación y disfrute del patrimonio, para el homenajeado, la tarea museológica era, sin duda, la difusión, pero también el deleite”, indicó en el evento, el cual también fue transmitido por el canal INAH TV de YouTube, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura.
El antropólogo destacó que Mario Vázquez fue un gran artífice del manejo de la luz en los montajes museográficos y de los bienes culturales expuestos, “era un genio que entendía el lenguaje de los objetos patrimoniales”.
En su intervención, la hija del homenajeado, Gabriela Vázquez Olivera, directora general del Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, compartió que la dimensión didáctica del trabajo de su padre siempre está presente en la riqueza y aportes que hizo al ámbito de la museografía y museología en México, aunque consideró que no ha sido valorada lo suficiente; “el Museo Nacional de Antropología, en particular, más que otros, tiene ese sentido e importancia”.
Asimismo, se dijo convencida, junto con su familia, que su progenitor tuvo una vida plena. “Mi papá estuvo ahí, para cada uno de nosotros. Así como tenía una gran sensibilidad en el manejo de las luces, las sombras, la ubicación espacial, los cuerpos, los colores, también la tuvo para darnos a cada uno de nosotros, sus hijos y nietos, lo que necesitábamos en cada momento”, subrayó.
Visiblemente conmovida, su viuda, la investigadora de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, del INAH, la antropóloga y entohistoriadora María Teresa Sepúlveda y Herrera, recalcó que fueron 35 años de vida con Mario Vázquez, los que le dieron la oportunidad de conocer los mundos y personalidades de alguien que se interesaba por todo.
“Para entender su universo hay que remontarse a su infancia, siendo un niño que no conoció a sus padres, de él estuvieron a cargo de los abuelos maternos; fue muy inquieto e inteligente, dejó la escuela porque le aburría, por lo que se iba de pinta a la biblioteca, donde leía las enciclopedias y los diccionarios. En la adolescencia se aficionó a la música y al baile, le gustaba mucho bailar, y con la danza moderna tomó otra idea del movimiento, el cual para él era vida, lo que aplicó en los montajes de las exposiciones que trabajó”, relató.
Para la directora del Centro INAH Querétaro, Rosa Estela Reyes García, una de las alumnas del Mario Vázquez, él fue un maestro que les enseñó amar las piezas arqueológicas, su trabajo, y a transmitir ese cariño, aun a pesar de la razón, de los instintos; formó a muchos de su generación que ahora son responsables de continuar compartiendo su legado.
En su oportunidad, el director del MNA, Antonio Saborit García Peña, destacó que Mario Vázquez hacía énfasis en el movimiento, en cuanto disposición y colocación, que debían tener los bienes culturales en una exposición, además de la importancia que el confirió al cuerpo humano en el espacio de un museo.
Al finalizar el homenaje, el titular del INAH, acompañado por familiares y amigos del museógrafo Mario Vázquez, develó una placa en su memoria en el vestíbulo del Auditorio Jaime Torres Bodet.