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Por Ricardo Burgos Orozco
Recordamos la triste noticia del incendio del pasado 9 de enero en las instalaciones principales del Sistema de Transporte Colectivo en el cual quedó destruido el Puesto Central de Control número 1, el cerebro del Metro. Esa desgracia dejó una persona fallecida y otras más heridas. El incidente también provocó que se suspendiera el servicio en las líneas de la uno a la seis para perjuicio de tres millones y medio de usuarios.
La operación en las líneas 4 (de Santa Anita a Martin Carrera), 5 (de Politécnico a Pantitlán) y 6 (de El Rosario a Martín Carrera) se reinició el 12 de enero, por supuesto con algunos retrasos en los trenes y las molestias de miles de usuarios que usan continuamente esas rutas.
El pasado 25 del mes anterior se reiniciaron actividades en la Línea 1 que va de Pantitlán a Observatorio. Es la ruta que transporta a un mayor número de personas. La reapertura fue inicialmente con diez trenes y paulatinamente se han ido incorporando más. En estos recorridos ha habido retrasos, pero lo importante es que ya se pudo continuar la operación.
Por fin el lunes 1 de febrero reanudó servicio la Línea 3, que va de Universidad a Indios Verdes. Es un recorrido de sur a norte de la Ciudad de México. Esta ruta también tiene millones de usuarios diariamente pese a que el mayor porcentaje se daba por la población estudiantil que llegaba por ahí, pero ahora no están tomando clases presenciales a consecuencia de la pandemia.
El primer día de operaciones se presentó un conato de incendio y humo en la estación Miguel Ángel de Quevedo por un tren que tenía partes del freno pegadas, aunque la circulación nunca se interrumpió por largo tiempo. El tren fue desalojado para su revisión; los usuarios salieron espantados por los andenes pensando en algún accidente mayor.
Después del día dos ya no ha habido incidentes de ninguna índole. Me tocó viajar recientemente en esa línea; le pregunté al personal de seguridad como habían estado los recorridos; un policía en Balderas me indicó que la única queja de los usuarios ha sido por los retrasos en los trenes o por los paros imprevistos entre estaciones.
En la Línea 1 interrogué a varios comerciantes para saber cómo les había ido con la suspensión ya que durante varios no pudieron vender al estar cerrado el servicio. Una señora dependienta de una tienda de ropa de mujer en la estación Chapultepec me dijo que las cosas para ellos han ido de mal en peor, tienen pocas ventas y el cierre agravó la situación.
Quienes ya regresaron son los vagoneros o vendedores ambulantes; me los encontré hace unos días en casi todas las estaciones de las líneas 1 y 3. No solamente estaban ellos sino músicos invidentes y pedigueños pese a que detecté una mayor vigilancia, pero muchos policías ven a los ambulantes y no les dicen nada o tal vez les están permitiendo la vendimia con la crisis económica y desempleo que estamos viviendo.
También detecté mucha gente en los vagones al mediodía, la hora en que viajo en el Metro regularmente. Da la impresión que por necesidad las personas están saliendo más sin importar los contagios de coronavirus. Tanto en la Línea 1 como en la 3 la gente no respeta la sana distancia, es imposible porque los vagones vienen muy llenos.
Todos viajando apretados en el Metro, pero paradójicamente, en los vagones y en los andenes de la mayoría de las estaciones hay letreros con la advertencia: Contra el Covid evita “Las tres C”: Espacios cerrados poco ventilados, Lugares concurridos y Contacto sin sana distancia.
Algo deben hacer las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo para evitar que los vagones vayan a toda su capacidad porque eso se convierte en un gran foco de contagios. No es un asunto menor. Ojalá que los acercamientos obligados en el Metro no provoquen consecuencias sanitarias para los millones de usuarios.