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Lunes 15 de abril de 2024

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El Taller de Señalización del INAH, artífice de la infraestructura que guía a los visitantes en las zonas arqueológicas

El Taller de Señalización del INAH, artífice de la infraestructura que guía a los visitantes en las zonas arqueológicas

El Taller de Señalización del INAH, artífice de la infraestructura que guía a los visitantes en las zonas arqueológicas

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El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cuenta con un equipo único en su tipo, especializado en dar la bienvenida y guiar al público por las 193 zonas arqueológicas y una paleontológica bajo su administración, abiertas en México: el Taller de Señalización de la Dirección de Operación de Sitios (DOS), responsable de generar un sistema institucional unificado de divulgación que hace partícipes a los visitantes en la conservación de estos espacios.

Su responsable, Alfredo Fragoso Martínez, comenta que este taller surgió en 2013, tras analizar la viabilidad de que el INAH generara su propio sistema de señalización, responsabilizándose no solo de los contenidos sino de producir los soportes en los que se despliega la información de cada sitio, permitiéndole reducir hasta 70% del costo total en la materia, pues una parte importante del presupuesto se destinaba al pago a terceros.

“Antes de crear el Taller de Señalización, con el mismo monto que tenemos como presupuesto anual, el cual asciende a dos millones de pesos, solo se dotaba de esta infraestructura a dos o tres zonas arqueológicas, al año. Ahora atendemos entre 10 y 15 sitios en ese mismo periodo, y con el mismo financiamiento. Con menos, hacemos más, ese es el lema de nuestro lugar de trabajo”.

Y es que este taller, con sede se en el área administrativa de la Zona Arqueológica de Teotihuacan (ZAT), debe entenderse también como un laboratorio donde se ha experimentado con una gran diversidad de materiales, hasta dar con aquel que se adecúa y soporta mejor los diferentes climas de las regiones de la República Mexicana.

Alfredo Fragoso refiere que con el tiempo comenzaron a fracturarse las cédulas de cerámica samblasteada y concreto, instaladas en las zonas arqueológicas abiertas en la década de 1990. Había necesidad de reemplazarlas, pero resultaba difícil debido al material con que estaban elaboradas y por las complicaciones de su traslado desde Ciudad de México hacia los diferentes estados. Esto implicó buscar alternativas.

“La Dirección de Operación de Sitios, adscrita a la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, ha sido pionera en buscar estrategias que contribuyan a la divulgación de las investigaciones, en este caso de las zonas arqueológicas a través de la señalización. Con el apoyo del área de Ingeniería y Diseño Industrial de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Azcapotzalco, y personal del sitio Boca de Potrerillos, en Nuevo León, comenzamos a hacer pruebas de materiales, entre ellas de envejecimiento de los mismos.

“La cadena de producción con la que hoy contamos es resultado de todo un proceso. Se experimentó con cristal, aluminio, lámina comercial o acero negro, alucobond, acrílico. Realizamos muchas pruebas de campo y no encontramos mejor material que el aluminio, el cual hemos utilizado en los últimos 15 años y tiene una durabilidad garantizada de al menos cinco años, sin problemas de manchas, corrosión u oxidación”, destaca el especialista.

Pasado el lustro, el cedulario y mobiliario dañado puede renovarse a solicitud de los encargados de los sitios patrimoniales, en ese sentido, cabe mencionar que el Taller de Señalización también produce bancas para descanso, botes de basura, canceles, puertas, protecciones, escaleras, etcétera, habilidades que se pueden constatar en la ventana arqueológica abierta recientemente en el Palacio del Marqués del Apartado, en el Centro Histórico de Ciudad de México, o en la instalación usada para explorar el túnel del Templo de la Serpiente Emplumada, en la ZAT.

La diligencia de este pequeño equipo, conformado por los técnicos Fernando Martínez Tobón, Servando Eduardo García Cruz, Carlos Enrique Sánchez Valdovinos y el propio Alfredo Fragoso, ha permitido que de las 193 zonas arqueológicas y una paleontológica habilitadas a la visita pública, 70 por ciento cuente ya con reemplazo en su señalización, en algunos casos ha sido integral, mientras en otros parcial o primaria (de servicios, orientativas y restrictivas).

La labor no se limita a lo que sucede en el Taller de Señalización, sino también en las zonas arqueológicas distribuidas en los cuatro puntos cardinales, del Cerro del Teúl, en Zacatecas, a Yaxchilán, en la frontera con Guatemala, de la zona paleontológica de Rincón Colorado, en Coahuila, a Tulum, en el Caribe: pintan, habilitan senderos y escaleras de acceso, colocan cenefas, elaboran tapancos para evitar el daño a pisos prehispánicos o cubiertas para proteger milenarias estelas olmecas y mayas.

De acuerdo con el subdirector de Infraestructura y Señalización de la DOS, Ricardo Ruiz López, dentro de esta área normativa, en más de 20 años se han integrado diversas disciplinas como diseño gráfico e industrial y la interpretación temática, las cuales han sido determinantes para el desarrollo de nuevas propuestas frente a la necesidad de comunicar la importancia del patrimonio a la sociedad.

De esta metodología se han obtenido modelos que se aplican a la interpretación y comunicación de zonas arqueológicas, de manera individual, ya que cada sitio posee rasgos distintivos de relevancia cultural. Por ejemplo, el diseño y gamas cromáticas del mobiliario responden al análisis de las condiciones en las que estos espacios se encuentran; en tanto, en los sitios del centro-sureste el cedulario es en color verde para armonizar con la vegetación, y en los de norte son de un tono marrón rojizo que interactúa con el paisaje árido.

“Una de las principales ventajas del sistema que hemos implementado es la versatilidad del material en que está elaborado: el aluminio. Asimismo, la señalética cuenta con tamaños estandarizados que permiten optimizar procesos y contar con una cadena de producción, además el armado del mismo permite una fácil sustitución, así hemos podido intervenir un mayor número de zonas arqueológicas con menos recursos.

“También, con los nuevos sistemas de impresión digital, en estos soportes podemos colocar gráficos de toda índole, diagramas, códigos QR o utilizar las mismas señales o el diseño en su conjunto como un marcador para una aplicación de realidad aumentada, como se ha hecho en algunos sitios de reciente apertura o que se están incorporando a estas dinámicas con nuevas tecnologías”, concluye Ricardo Ruiz.

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