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Nuestra especie ha crecido y se ha apoderado del planeta; la monopolización es brutal. Somos el único organismo biológico que ha alcanzado un crecimiento exponencial, y a ello se suma que los sistemas económicos y urbanos han propiciado un gran distanciamiento entre los humanos y la naturaleza, afirmó José Sarukhán, investigador emérito y exrector de la UNAM.
“Alrededor del 70 por ciento de la población vive en las grandes ciudades; la gente nace, se reproduce y muere ahí, sin tener contacto con la naturaleza. Nos hemos separado enormemente de ella”, reiteró.
Desde el inicio del Homo sapiens, hace 200 mil años, han vivido aproximadamente 108 mil millones de humanos, de los cuales han muerto alrededor de 100 mil millones. Quienes habitamos hoy el planeta representamos una pequeña cantidad de ese total, pero no sólo eso: en un lapso muy corto, de unos 200 años, nuestra especie ha tenido un impacto gigantesco en la Tierra, expuso el coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.
La cantidad de habitantes, lo que consumen, así como la energía y recursos que utilizan, han propiciado el cambio climático y efectos negativos en los sistemas ecológicos, dijo el integrante del Instituto de Ecología en la conferencia “¿Qué le estamos haciendo a nuestro planeta? Pérdida de biodiversidad y calentamiento global”, en el Centro de Ciencias Genómicas, campus Cuernavaca, Morelos.
Lo que cada individuo utiliza es tanto o peor de malo que la cantidad de gente, a ello hay que añadir que la diferencia en el consumo entre naciones puede ser gigantesca; así ocurre, por ejemplo, entre la India y Estados Unidos. En la primera cada habitante consume al año 4.5 kilogramos de carne y 17 de papel, mientras los estadounidenses gastan 95 y 213 kilogramos, respectivamente.
Sarukhán Kermez enfatizó que nunca antes en la historia del planeta se habían registrado los actuales niveles de incremento de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. “La curva de crecimiento es imparable y hoy tenemos 414 partes por millón, contra las 280 partes de antes de la Revolución Industrial. La tasa de incremento no se mantiene estable, anualmente crece más por la actividad industrial, el transporte y el consumo”.
En consecuencia, se pierden los casquetes polares y se incrementa el nivel del mar. En la Antártida el fenómeno es más rápido de lo que los modelos proyectaban, y el nivel medio del mar ha crecido 20 centímetros. Muchas zonas del mundo, pobladas por millones de personas, quedarán bajo el agua.
Otro problema es el calentamiento de océanos, subrayó. “Es una mala noticia para la vida marina, que está en un proceso de pérdida fenomenal. Uno de los organismos muy afectados son los corales”.
Un efecto más son los incendios. En Australia los bosques se queman con cierta regularidad, pero lo que ocurrió en días pasados es excepcional; “nunca habíamos visto esa cantidad de siniestros, y se deben al calentamiento de la atmosfera, la fuerte sequía y la combustión natural”, detalló.
La contaminación plástica también se relaciona con el impacto de la actividad humana en el planeta. En los océanos ha generado un problema brutal; cuando usamos botellas o lavamos ropa de fibras sintéticas, el plástico va a parar al mar, receptor fundamental de estos productos.
Pasamos de producir 2.3 millones de toneladas de plástico en 1950, a 448 millones en 2015. “Se fabrican y se venden cerca de un millón de botellas plásticas cada minuto, mismas que pueden durar en el ambiente desde 450 años hasta indefinidamente”.
Pérdida de biodiversidad
En cuanto a la biodiversidad, Sarukhán señaló que ha habido eventos de pérdida muy importantes en el pasado, pero ahora se registra uno muy importante, y la razón es el cambio de uso del suelo para producción alimentaria. La defaunación es impactante por la pérdida de selvas y bosques.
En México sólo quedan selvas fragmentadas; la entidad con peores condiciones es Veracruz, que era uno de los territorios con mayor diversidad biológica.
Entre 15 y 17 por ciento de los gases de efecto invernadero son producidos por la deforestación. “Si se pudiera detener tendríamos un adelanto gigantesco en el control del CO2 en la atmósfera”.
Las consecuencias de la pérdida de biodiversidad se muestran en la isla que comparten Haití y República Dominicana. El primer país ha perdido prácticamente todos sus bosques y selvas, a diferencia del segundo; en consecuencia, cuando pasa un ciclón no impacta de igual manera: por ejemplo, el huracán Jeanne (2004) provocó tres mil muertos en Haití y 18 en República Dominicana.
Lo mismo ocurre con la irrupción de enfermedades debido a la pérdida de hábitats y diversidad biológica. “Todo está involucrado en un sistema que ya es insostenible, y donde además del daño ecológico, tenemos daños a la salud humana”, resaltó. Vivimos en un planeta finito y no podemos pretender modificar las leyes de la naturaleza a nuestro antojo para ajustarlas a nuestras concepciones de desarrollo económico o financiero. La opción es convencernos personalmente de la necesidad de un cambio, y convencer a quienes están a nuestro alrededor, concluyó Sarukhán.