_ Con su permiso, Senador Alejandro Armenta, presidente de la Mesa de Directiva Saludo con gusto a las senadoras y senadores presentes el día de hoy. Me permito comenzar esta comparecencia evocando dos de las exigencias del mandato ciudadano que hace cuatro años dio inicio a la Cuarta Transformación. Por un lado, la exigencia de un crecimiento equitativo y justo que incluya el bienestar de los grupos más vulnerables y de los sectores menos favorecidos; algo distinto a las tres décadas anteriores donde la desigualdad aumentó considerablemente. Y, por otra parte, está el respeto a nuestra soberanía, al derecho que tiene cada nación a tomar decisiones de forma independiente, sin injerencias externas, particularmente cuando el bienestar de las y los mexicanos está en juego, derecho que siempre haremos valer en cualquier escenario y circunstancia.
En esta nueva etapa en la Secretaría de Economía continuaremos con esas premisas y estableceremos una sólida coordinación con las demás áreas de gobierno principalmente con las Secretarías de Hacienda, Energía, Salud, Relaciones Exteriores, Agricultura y Desarrollo Rural, entre otras. Asimismo, reforzaremos el diálogo con todos los países con respeto y en apego a derecho, para consolidar nuestras relaciones comerciales con América del Norte, Latinoamérica, Europa, Asia y Oceanía. Se aprovecharán los tratados comerciales firmados por nuestro país como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea, el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico y la Alianza del Pacífico, entre otros. El principio rector de este diálogo internacional es el respeto a nuestra soberanía que marcará el camino de los acuerdos en torno a la seguridad energética, la alimentaria y el interés por atraer inversiones que fomenten la mayor cantidad de empleos formales y especializados que permitan consolidar una política industrial y comercial fuerte de cara a los retos del siglo XXI. Es claro que el entorno global se ha modificado notablemente en los años recientes.
La crisis sanitaria por el COVID-19, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y la desaceleración de la economía en China, han afectado las cadenas globales de producción y distribución de materias primas y ello ha generado un impacto negativo en el mercado global. Los desafíos ocasionados por estos acontecimientos mundiales han motivado la necesidad de fortalecer los mercados regionales y las cadenas de suministro en sectores económicos claves para nuestro país.
El Gobierno de México pudo enfrentar la crisis originada por la pandemia gracias a los programas prioritarios de tipo social que llegaron directamente a la mayoría de los hogares en México, pero también, gracias a los apoyos económicos orientados a la productividad local como Sembrando Vida, las Tandas del Bienestar y los estímulos fiscales a los combustibles.
Todo esto fue posible gracias a la recaudación que se ha mantenido con un incremento real sostenido, coadyuvando a mantener las finanzas públicas sanas.
La economía en nuestro país se ha mantenido estable y el crecimiento ha sido gradual pero constante. En el tercer trimestre de este año, el Producto Interno Bruto creció 4.3 por ciento respecto del mismo periodo de 2021 y el empleo se ubicó 4.3 por ciento por arriba de lo registrado el año anterior. En esta administración el salario mínimo ha recuperado su poder adquisitivo un 62 por ciento en términos reales y el peso mexicano se ha apreciado ante el dólar para ser la tercera moneda con mayor ganancia respecto a las divisas emergentes.
En cuanto a la Inversión Extranjera Directa, durante el primer semestre de 2022 se registró la mayor captación en la historia en un periodo similar con 27,511 millones de dólares. Esta cantidad es casi 50 por ciento mayor al primer semestre de 2021, la cual fue de 18,433 millones de dólares.
Lo anterior refleja lo atractivo que es México como país gracias a la certeza jurídica que se les brinda a los inversionistas, certeza que continuaremos ofreciendo desde la Secretaría de Economía. No debemos olvidar que México es un país abierto a la economía global, donde se trata al inversionista extranjero igual que al nacional, sin ningún tipo de discriminación o de favoritismo para ningún lado.
La posición geográfica de México, así como el tamaño y características de su mercado (materias primas, trabajadores especializados, menores costos, entre otras); han sido factores determinantes para ser el principal socio comercial de Estados Unidos y un lugar que atrae inversiones de España, Canadá, Japón y Alemania, principalmente.
Casi la mitad de las inversiones se da en el sector manufacturero, pero también hay importantes intercambios comerciales en los servicios financieros, en el comercio, la minería y recientemente ha ido en aumento en el área de transporte y construcción debido al Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Actualmente existe la intención de más de 400 empresas de América del Norte en realizar un proceso de relocalización de Asia a México. Esto es una muestra de la importancia del TMEC, un acuerdo comercial donde se han estrechado los lazos con Estados Unidos y Canadá, y donde se estableció un marco institucional que otorga certidumbre jurídica a los inversionistas, empresarios y consumidores de la región. Este Tratado histórico representó un cambio en las relaciones comerciales con los países del norte pues se introdujeron nuevas disciplinas para el comercio de bienes remanufacturados en la región, y el tratamiento igualitario a los bienes nuevos, así como aquellas en materia de derechos de autor, marcas, indicaciones geográficas, patentes, protección de datos no divulgados, diseños industriales, secretos comerciales, esquemas de limitación de responsabilidad de proveedores de servicios de Internet, comercio digital, respeto a los derechos laborales, cooperación regulatoria, y disposiciones en materia de observancia y medidas anticorrupción. Cuando, a través de una carta enviada en agosto, el presidente Biden le manifestó al presidente López Obrador, y aquí cito, “…mi más profundo respeto por usted y por la independencia y soberanía de México. Espero que sigamos en contacto”, esta frase condensó con precisión el espíritu de la relación entre México y Estados Unidos: una relación conciliadora, de cooperación entre iguales y respetuosa de las decisiones internas. Esa es la relación que nuestros pueblos desean mantener y por la que trabajaremos en la Secretaría de Economía.
La importancia que esta relación tiene para ambos países es ampliamente conocida y, sin embargo, hoy veo necesario enfatizarla. Estados Unidos es el principal socio comercial de México, mientras que nuestro país y Canadá somos los principales socios comerciales de Estados Unidos, por delante de China. Ambos somos socios estratégicos, el uno para el otro. Pero además de este enorme comercio bilateral, recordemos que cerca de 40 millones de mexicanos y estadounidenses de origen mexicano viven en el país vecino, contribuyendo notablemente al crecimiento de la economía de Estados Unidos y aportando también a la economía de sus familias en México.
En 2021, las remesas enviadas por nuestros connacionales en Estados Unidos equivalieron al 4% del PIB, la tasa más alta en los últimos 20 años. Y para agosto de este año, ya habíamos recibido casi 38 mil millones de dólares de remesas, un record histórico para el periodo, de acuerdo con el Banco de México. En síntesis, México y Estados Unidos son dos grandes economías que se complementan y benefician mutuamente. La negociación y los acuerdos comerciales que favorezcan a ambos países son una necesidad y un imperativo. A México NO le interesa en lo absoluto la confrontación; es el diálogo, la negociación y el derecho lo que dirimirá cualquier diferendo comercial que exista entre ambas naciones y en este último punto también está incluida en los mismos términos la relación que tenemos con Canadá. Por otra parte, la inflación es el principal problema que enfrentamos a nivel global todos los países.
Recordemos que el alza en los precios puede provenir de choques en la demanda o choques en la oferta. En esta crisis, los choques se han dado principalmente del lado de la oferta de bienes y servicios, ocasionados por la pandemia y por la guerra en Ucrania, choques externos que se han prolongado durante mucho tiempo y que han tenido como resultado que, en muchos países, la inflación haya alcanzado niveles no vistos en décadas. Por ejemplo, en septiembre de este año la inflación entre los países de la OCDE se ubicó en 10.5 por ciento, mientras que entre los del G-20 fue de 9.5 por ciento, por su parte, la inflación en México se situó en 8.7 por ciento, es decir, por debajo de la inflación promedio de los países que conforman la OCDE y el G-20.
Este control se debe a las medidas que el Gobierno de México ha tomado para hacer frente a estas presiones inflacionarias globales, entre las que destaca la decisión de mantener importantes estímulos fiscales a los combustibles. Esto ha amortiguado el impacto negativo del alza en los precios de los energéticos, y ha terminado por mitigar la inflación, que, de no ser por esta medida, estaría alrededor del 14 por ciento. Otra medida para contener la inflación ha sido que el Gobierno estableció el Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía el cual, a partir de la confianza y la buena voluntad de los empresarios, permitirá contrarrestar el aumento de los precios de los 24 productos de la canasta básica. En este sentido, este Acuerdo no es obligatorio ni una imposición, sino un acto de cooperación por parte de los empresarios con el Ejecutivo en beneficio del pueblo de México. Tanto el estímulo a los combustibles como el Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía han contribuido a mantener el poder adquisitivo de los salarios en México y el nivel de consumo de la mayoría de la población. En el futuro cercano, nuestro horizonte de expectativas es promisorio debido a importantes programas de gobierno que fomentarán las inversiones a través del desarrollo de infraestructura y la consolidación de una política económica que impulsará la creación de empleos formales y especializados; así como fortalecerán la seguridad energética y alimentaria de nuestro país.
Es del mayor interés y prioridad para la Secretaría de Economía promover las inversiones a lo largo del Corredor Interoceánico que permitan el establecimiento de parques industriales y de cadenas productivas de sectores estratégicos, así como la posible relocalización de empresas trasnacionales de Asia a México que fortalezcan los mercados regionales, algo en lo que estamos interesados tanto México como Estados Unidos y Canadá. Asimismo, se implementan proyectos que se han desarrollado en coordinación con los gobiernos estatales, como es el caso del Plan Sonora que impulsará las energías renovables, la cadena de valor del litio, sobre todo en lo relacionado con la electromovilidad y la industria automotriz así como el mejoramiento de infraestructura que permita fortalecer su integración a la economía estadounidense a través de los mecanismos que ofrece el T-MEC.[1]
Para finalizar, reitero la genuina voluntad de diálogo y negociación de la Secretaría de Economía con todos los interlocutores: empresarios nacionales y extranjeros; gobiernos estatales y municipales; con otras áreas del Ejecutivo así como con los otros poderes del Estado mexicano como son el Legislativo y el Judicial; con otros Estados u organismos internacionales; todo con un solo propósito: buscar que el desarrollo económico se traduzca en bienestar para las familias mexicanas, especialmente para aquellas de menores ingresos. Gracias.