Aunque es poco común, algunas personas desarrollan una alergia al frío, conocida como urticaria por frío, que se manifiesta en forma de ronchas y otros síntomas tras la exposición a bajas temperaturas. Esta condición afecta aproximadamente al 0.05% de la población cada año, siendo una de las urticarias inducibles más frecuentes después de la provocada por el ejercicio físico.
El síntoma principal es un picor intenso acompañado de lesiones rojas y elevadas en la piel, conocidas como habones. En casos más graves, el contacto con agua fría o temperaturas extremas puede provocar presión arterial baja, dificultad para respirar o incluso pérdida del conocimiento. Los síntomas suelen aparecer minutos después de la exposición al frío y desaparecer en cuestión de horas.
Una forma sencilla de identificar esta alergia es mediante el "test del cubito de hielo". Consiste en colocar un cubito sobre la parte anterior del antebrazo durante cinco minutos. Si tras 10-15 minutos se experimenta picor y aparece un habón en forma del hielo, es probable que exista alergia al frío.
Aunque no tiene cura, esta condición se puede controlar mediante medidas preventivas como evitar la exposición prolongada al frío y utilizar ropa adecuada para proteger la piel. En casos severos, es recomendable buscar atención médica para un diagnóstico y tratamiento más específicos.