El estropajo de cocina, uno de los utensilios más usados en el hogar, puede convertirse también en una de las principales fuentes de bacterias si no se renueva con frecuencia. Aunque la mayoría de las personas suele reemplazarlo solo cuando desprende mal olor o presenta desgaste, los expertos advierten que este hábito no es suficiente para garantizar la higiene.
Un estudio publicado en la revista *Scientific Reports* reveló que los estropajos domésticos albergan una diversidad bacteriana mucho mayor de lo que se pensaba. Incluso desinfectarlos con agua caliente o productos químicos no asegura la eliminación de los microorganismos que acumulan, lo que los convierte en un potencial riesgo para la salud.
Los investigadores recomiendan cambiar los estropajos con regularidad, incluso si parecen limpios a simple vista. Como medida preventiva, lo ideal es renovarlos cada semana, especialmente cuando se utilizan en superficies en contacto con alimentos de alto riesgo, como carne cruda, pescado o productos lácteos.
Adoptar esta práctica reduce significativamente la posibilidad de contaminación cruzada en la cocina y contribuye a mantener un ambiente más seguro para la preparación de los alimentos. La recomendación, aunque sorprendente para muchos, es clara: un estropajo nuevo por semana es la mejor forma de evitar la proliferación de bacterias en el hogar.