La posibilidad de sustituir a los representantes humanos por sistemas de inteligencia artificial (IA) es cada vez más discutida en los círculos científicos. Investigadores han propuesto tres escenarios principales: chatbots candidatos, democracia directa con IA y "algocracia", cada uno con ventajas e inconvenientes.
El uso de chatbots como políticos virtuales ha sido explorado en países como Rusia, Nueva Zelanda y Reino Unido. Estas herramientas destacan por su capacidad de operar sin corrupción ni descanso y gestionar amplios volúmenes de información. Sin embargo, su razonamiento limitado y falta de empatía plantean dudas sobre su idoneidad para asumir responsabilidades políticas.
Otro enfoque propone el uso de agentes de IA programados por cada ciudadano para representar sus preferencias políticas y negociar leyes. Este modelo busca una democracia más directa, pero podría transferir el poder a los diseñadores de algoritmos, generando una nueva forma de intermediación y debilitando la participación cívica.
El escenario más radical es la "algocracia", donde los algoritmos gobernarían sin intervención humana. Aunque este modelo eliminaría problemas como la corrupción, también plantea riesgos éticos graves, como la falta de transparencia, rendición de cuentas y juicio moral en las decisiones.
En lugar de reemplazar a los políticos, los expertos sugieren usar la IA como una herramienta complementaria que mejore la participación ciudadana y fortalezca las capacidades humanas en la toma de decisiones políticas.