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Jueves 25 de abril de 2024

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Concluye recuperación de la Zona Arqueológica de Quiotepec

Concluye recuperación de la Zona Arqueológica de Quiotepec

Concluye recuperación de la Zona Arqueológica de Quiotepec

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Concluye recuperación de la Zona Arqueológica de Quiotepec, en Oaxaca, afectada por sismo.

La Secretaría de Cultura y el INAH intervinieron tres edificios: la plataforma de cimentación del Conjunto 4, el muro oriente de Conjunto 3 y un Juego de Pelota.

Inmerso dentro de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, en la época prehispánica, el sitio fue un centro civil y religioso de primer orden.


Tras sortear diversas complicaciones climáticas, de acceso y movilización de materiales para la realización de los trabajos de recuperación del patrimonio cultural, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) concluyeron la restauración de diversas estructuras de la Zona Arqueológica de Quiotepec, que resultaron con graves afectaciones por el sismo del 7 de septiembre de 2017.

Ubicado al norte del estado de Oaxaca, en un angosto corredor entre la Sierra Mazateca y la serranía Mixteca-Chocholteca, inmerso dentro de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, considerada por la UNESCO como Patrimonio Mundial, el sitio arqueológico, debido a la fuerza del movimiento telúrico, presentó daños estructurales en tres edificios: la plataforma de cimentación del Conjunto 4, correspondiente a los muros norte y sur; el muro oriente del Conjunto 3; y la esquina sureste y muro oriente del Juego de Pelota, que forma parte del Conjunto 5.

El arqueólogo Jorge Bautista Hernández, del Centro INAH Oaxaca y responsable de las labores de recuperación de este sitio patrimonial ubicado en la región de la Cañada, indicó que el sismo provocó daños mayores en los edificios, en esencia estructurales: colapsos de secciones completas de muros de mampostería, grietas y fisuras, acumulación de escombros, desplomes y alabeos (deformación y curvaturas por empujes laterales de los rellenos constructivos).

Reveló que tras detectar la afectación, la zona arqueológica fue atendida de manera inmediata: primero, con la visita de inspección y diagnóstico de deterioros; se documentaron y registraron, mediante bitácora fotográfica y dibujos a detalle, los monumentos dañados del sitio, el cual en la época prehispánica fue un centro civil y religioso de primer orden con una larga secuencia de ocupación humana; fue un enclave estratégico localizado en la confluencia de las culturas mixteca, cuicateca y mazateca.

Así, tras la aprobación del proyecto ejecutivo de restauración por parte del Consejo de Arqueología del INAH, la atención contempló diferentes fases de intervención: limpieza y desyerbe, levantamientos de planos arquitectónicos y topográficos, apuntalamientos, excavación arqueológica, liberaciones arquitectónicas, retiro de escombros, estiba y acarreo de materiales, recimentación de muros, labores de reintegración de mamposterías colapsadas, integración de elementos faltantes o destruidos en muros de mampostería e inyección de grietas.

La ubicación del sitio arqueológico en la salida de la boca de un cañón fluvial, significó un desafío para los especialistas del Centro INAH Oaxaca y de la empresa que realizó los trabajos de recuperación, toda vez que además de la larga distancia a la que se encuentra la zona, el acceso a ella es muy complicado, al grado de tener que transportar gran parte del materiales e insumos utilizados (herramientas, equipo, agua y materiales de construcción) a lomo de animal.

Bautista Hernández explicó que en la Zona Arqueológica de Quiotepec toda la gestión hasta la puesta en marcha del proyecto duró doce meses, cuyos frutos son la conclusión de las labores de restauración en los muros de cimentación lado norte y sur del Conjunto 4 de carácter ceremonial, donde se hizo la reintegración total de la sección de esa pared colapsada. Asimismo, se consolidó la mampostería afectada, se inyectaron las fracturas presentadas y se recuperó la banqueta adosada a la cimentación.

En este complejo destaca un edificio que presenta una doble escalinata que conduce a un posible templo en la parte superior, desde donde se domina todo el paisaje, con muros de más de diez metros que perduran a pesar de las inclemencias del tiempo y sustentan construcciones al filo de los acantilados naturales de piedra arenisca.

En el Conjunto 3, correspondiente al muro oriente que se define por un paramento con un acceso con escalinata y alfardas, se llevaron a cabo trabajos de excavación arqueológica para liberar el derrumbe, para después restituir las piedras a su lugar original, también se consolidó la escalinata y en la base del muro intervenido se descubrió una serie de cuartos con muros de tierra con recubrimiento y pisos de estuco.

En el Juego de Pelota, que se ubica en el Conjunto 5, se realizó una excavación arqueológica de liberación de arquitectura, además de la consolidación del muro de piedra. Al muro oriente se le reintegraron las secciones colapsadas, así como la recimentación e integración de porciones derrumbadas o faltantes.

El arqueólogo Jorge Bautista Hernández explicó que el sismo del 7 de septiembre fue el detonante de los graves problemas de deterioro que ya presentaba el lugar por la debilidad y pérdida de la capacidad estructural de los materiales de construcción (piedra de origen arenisco y el aglutinante de lodo), que por años han estado expuestos de manera continua a la erosión provocada por el viento y las lluvia, deslavando y desintegrando significativamente el aglutinante de lodo con las que están unidas las piedras.

Otros de los daños importantes que se vieron potenciados tras el sismo, fue el ocasionado por la vegetación que crece encima de pisos de estuco y muros de piedra, cuyas raíces penetran en los núcleos constructivos originando empujes, grietas, fracturas o alabeos, colapsos y desprendimientos de los elementos, así como la aparición de grietas y fracturas en los muros.

“Es común que, en la temporada de lluvias de manera pertinaz, el agua se filtre y se acumule al interior de los rellenos constructivos sobre todo al interior de los muros, aumentando el peso por la concentración hidrostática (fluidos y gases) ejerciendo empujes laterales que al perder resistencia generan colapsos parciales o totales”. comentó.

El trabajo se realizó con la participación de las autoridades comunales de la localidad de Santiago Quiotepec, municipio de Cuicatlán, Oaxaca, así como del Comité Ecoturístico Quio AC, y con la cuadrilla de trabajo compuesta por arqueólogos, dibujantes, sobrestante, albañiles, ayudantes y arrieros.

El sitio arqueológico de Quiotepec, cuyo nombre significa “Cerro del Quiote” o “Flor de maguey”, consta de numerosas construcciones arquitectónicas las cuales se distribuyen en la cresta y laderas de un gran macizo rocoso, enmarcado por el río Grande o Papaloapan Alto, proveniente de la Sierra Norte de Oaxaca y por el Río Salado, que drena sus aguas al Valle de Tehuacán.

Se trata de un sitio de carácter monumental definido por varias plazas cívico-ceremoniales rodeadas de basamentos piramidales y plataformas rectangulares, dos juegos de pelota, además de un número importante de terrazas artificiales acondicionadas de forma escalonada mediante muros verticales de varios metros de altura, construidas a base de piedras irregulares aglutinadas con lodo y que en algunos casos aún conservan los recubrimientos de cal y arena (estuco).

También hay palacios y casas de uso doméstico con muros de adobe y pisos de estuco. En ocasiones asociadas a estas construcciones es común encontrar tumbas de piedra, algunas muy elaboradas y lujosas con restos de pintura y en otros casos sencillas a manera de cajón rectangular sin ningún tipo de decoración.

De acuerdo a la investigación hecha por el arqueólogo Raúl Noé Matadamas Díaz, aparecida en el número 155 de la revista Arqueología Mexicana, el señorío de Quiotepec, cuya población era mazateca, tuvo una extensión aproximada de 90 kilómetros cuadrados, donde se construyeron casas, edificios con grandes muros a manera de fortaleza (de más de 10 metros) y dos juegos de pelota (uno en la cumbre del cerro acondicionado para albergar el poblado que cuidaba los linderos de los mazatecos o chjota énna en el siglo XVI, y el otro en el aluvión cercano al rio Grande).

El desarrollo del pueblo antiguo de Quiotepec se ha dividido en fases que comienzan en 500 a.C., donde destacan los asentamientos en el aluvión; se construye el primer juego de pelota. Entre 100 a.C. y 250 d.C. se amplía el asentamiento y ocupa el cerro que se extiende entre los ríos Salado y Papaloapan Alto, se construye un segundo juego de pelota en lo alto del cerro y comienzan a construirse múltiples estructuras residenciales y asentamientos menores.

Entre 200 y 800 d.C. es una fortaleza en el cerro. Investigadores han propuesto la idea de que para ese momento, Quiotepec fue la frontera del imperio zapoteca, cuya capital fue Monte Albán. Entre 800 y 1521 d.C. fue uno de los tres cacicazgos autónomos y autosuficientes de la región; estos señoríos fueron los que encontraron los españoles a su llegada.


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