_ En el marco de la exposición "Ángeles, las huestes celestiales en la Tierra", el especialista Abraham Villavicencio presentó una charla titulada "Lucifer y sus poderes: temas y usos de la imagen del diablo en Nueva España", en el Museo Nacional de Arte (Munal). Villavicencio exploró la evolución de la iconografía del demonio en el arte novohispano, destacando cómo estas representaciones se adaptaron y variaron a lo largo de los siglos en el imperio español, incluyendo Asia y Europa. Entre las figuras más populares, se encuentran seres antropomorfos con cuernos y patas de macho cabrío, serpientes y bestias de siete cabezas.
Villavicencio explicó que la iconografía del mal no fue estática, sino que evolucionó y se adaptó a las referencias locales. Por ejemplo, en el catecismo náhuatl, se utilizó la palabra Mictlán para referirse al infierno y Mictlantecuhtli para el diablo, adaptando conceptos cristianos a los imaginarios indígenas. El especialista subrayó que estas estrategias no fueron malignas, sino que buscaban traducir y moralizar figuras y lugares prehispánicos. Obras como el lienzo de Tlaxcala y el Códice de Glasgow muestran cómo el diablo se representaba con elementos de deidades antiguas, reflejando la creencia de que había corrompido las creencias indígenas.
La charla también abordó cómo la representación del mal y los pecados cambió con el tiempo. En el siglo XVI, el pecado de la gula se asociaba con los bebedores de pulque, mientras que en el siglo XVIII se relacionaba con el vino. La iconografía de la lujuria también evolucionó, adaptándose a los cambios sociales y de moda entre los siglos XVII y XVIII. Villavicencio mencionó que estos cambios reflejaban las preocupaciones de los predicadores sobre la influencia de la moda francesa y el refinamiento de la moda masculina, que contrastaban con las tradiciones de la monarquía de Habsburgo.
El investigador destacó que muchas representaciones del demonio en la Nueva España se basaron en grabados europeos, que fueron reinterpretados por artistas locales. Figuras como la serpiente con cabeza de mujer y la bestia de siete cabezas eran comunes, pero también hubo variantes locales, como el diablo chocarrero del siglo XIX y XX, conocido por sus bromas. Villavicencio señaló que en nuestra cultura, el diablo ha adquirido significados diferentes, como el diablo de pastorela que se quema en Semana Santa, reflejando la adaptación cultural de esta figura.
Finalmente, Villavicencio resaltó que la imagen del demonio estaba vinculada no solo a contextos religiosos, sino también a cuestiones políticas, sociales y económicas. La representación del mal ayudó a crear estereotipos, como la asociación entre la piel negra y los demonios. El especialista instó a los asistentes a ser críticos y reflexivos sobre estos aspectos, entendiendo que la iconografía del demonio refleja una diversidad de preocupaciones y contextos del imperio español. El ciclo de conferencias continuará en el Museo Nacional de Arte, ubicado en Tacuba 8, Centro Histórico, con horarios de visita de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas.