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Jueves 28 de marzo de 2024

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Salvador Novo, artífice de la escena y las instituciones teatrales

Salvador Novo, artífice de la escena y las instituciones teatrales

Salvador Novo, artífice de la escena y las instituciones teatrales

_ Salvador Novo fue poeta, dramaturgo, ensayista, crítico, cronista, traductor, director teatral, publicista y funcionario cultural; autor de una vasta obra literaria. Entre sus títulos más importantes se encuentran Nueva grandeza mexicana, Nuevo amor, La estatua de sal, En defensa de lo usado, Return Ticket y Diálogos.

La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) recuerdan el natalicio de una de las personalidades más influyentes y carismáticas de la escena artística y cultural del México del siglo XX: Salvador Novo, benefactor de la institución teatral nacional, quien nació el 30 de julio de 1904 en la Ciudad de México.

Para el escritor Sergio Téllez-Pon, el autor de Veinte poemas (1925) era una poeta mordaz que creaba sonetos críticos “donde agarraba parejo” a amigos y enemigos, lo que lo hizo una pluma controvertida: “No había personaje de la cultura o de la literatura que quedara incólume de la lengua o de la maestría que tenía Novo con el lenguaje”, señala en entrevista telefónica.

El investigador y crítico literario dividió en dos el trabajo lírico del autor de Sátira (1955): una poesía intimista que era pública, y una poesía satírica que compartía con sus amigos: “Las escribía simultáneamente, pero una es la que publicaba como El romance de Angelillo y Adela, que es un poema dedicado a Federico García Lorca; pero la poesía satírica la seguía escribiendo como los sonetos en contra de Diego Rivera, y los siguió escribiendo toda su vida hasta los años sesenta y setenta”, explica.

Respecto de su faceta como cronista, el autor de La síntesis rara de un siglo loco (2017) afirma que Salvador Novo supo combinar dos elementos que a la postre se volvieron tendencia en la crónica urbana, a pesar de que en la Ciudad de México ya existían plumas como las de Luis González Obregón y Artemio de Valle Arizpe.

“(Obregón y Arizpe) se limitaban a hacer una crónica histórica de los hechos, de lo que había pasado en la ciudad, y Novo le dio un pequeño giro haciendo crónica urbana, es decir, qué pasaba en las calles en la actualidad: si había un puesto de tamales, a qué hora se ponía, a qué hora se quitaba, cómo era la vida, cómo empezaba. Novo combinaba los hechos históricos con la forma y el estilo de vida. Eso es un aporte fundamental que usan muchos de los cronistas actuales”, explicó.

Téllez-Pon consideró a Novo un “adelantado a su época” por crónicas de viaje inscritas en obras como Jalisco-Michoacán (1933) y Continente vacío (1935), además de sus aportaciones a la gastronomía, la publicidad y la historia de la Ciudad de México, las cuales contribuyeron a su descripción sobre el tipo de vida de entonces.

Vocación dramaturga

Salvador Novo fue uno de los escritores más prolíficos del siglo XX: publicó 19 poemarios, 17 libros de crónica, nueve ensayos, una novela, un cuento y una autobiografía. Parte de su obra está inscrita en seis antologías, entre ellas Antología de cuentos mexicanos e hispanoamericanos (1923) y Seis siglos de la Ciudad de México (1982).

La obra de Salvador Novo es amplia. Su diversidad genérica y temática, así como la constante intermitencia extratextual que su figura pública ocasionó en el ámbito cultural y literario, dificultaron durante muchos años su estudio y valoración.

Se le identifica con el movimiento de los Contemporáneos, grupo de autores que modernizó el ejercicio literario y artístico en nuestro país en la primera mitad del siglo pasado, y quienes actuaban en contraposición al nacionalismo, corriente artística e ideológica imperante en la época. Por el contrario, buscaron una estética universal identificada con las vanguardias europeas en sus diferentes modalidades, además de procurar la innovación, la transgresión y la novedad temática.

Salvador Novo, poseedor de un espíritu crítico y vanguardista, solía realizar análisis textuales de diversos actores de la escena cultural nacional, desde los estridentistas hasta los novelistas de la Revolución, personalidades de la sociedad, el gobierno y el periodismo. Para la década de los sesenta, la impronta de Novo en la literatura mexicana ya estaba presente.

Se desempeñó con una brillante inteligencia y una constante creatividad en todo tipo de empresas culturales promovidas por el Estado. En 1952 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua, en 1965 fue nombrado cronista de la Ciudad de México y en 1967 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el rubro de Linguística y Literatura.

Hombre de teatro

Desde la época de los Contemporáneos, con sus trabajos en el Teatro Ulises y el Teatro Orientación, Novo cubrió todas las facetas del quehacer teatral, e incluso llegó a tener algunas intervenciones actorales.

Se caracterizó por estar relacionado permanentemente con los escenarios. Como jefe del Departamento de Teatro del INBAL se destacó por el impulso y la promoción de esta disciplina en México. Además, fue fundador y director de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) del INBAL.

También fue un importante traductor de obras, tanto en inglés como en francés, con una gran intuición para descubrir textos relevantes. Adaptó piezas narrativas clásicas para los públicos más jóvenes, que él mismo se encargaba de montar y dirigir en los ciclos de Teatro Escolar.

Dirigió estrenos en el Palacio de Bellas Artes de obras tempranas de Emilio Carballido y Sergio Magaña, entonces noveles dramaturgos: Rosalba y los llaveros y Los signos del zodiaco, respectivamente.

Producción dramática

De Salvador Novo sobresalen piezas fundamentales como La guerra de las gordas, Cuauhtémoc, Diálogos y El tercer Fausto, obra en francés publicada en París en 1937 que aborda de manera trágica la pasión homosexual no correspondida.

Podría ser considerado el pionero del teatro independiente, pues creó el Teatro La Capilla en una pequeña sección de una ex hacienda en Coyoacán que adquirió ex profeso. Ahí montó por primera vez una obra paradigmática de la escena internacional: Esperando a Godot de Samuel Beckett.

Salvador Novo tuvo una creatividad sin límites que llevó al terreno literario, teatral y periodístico. Su huella en el panorama cultural nacional es innegable, y su inteligencia y su genio son parte del teatro y la literatura internacionales.


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