_ Lejos de ser solo entretenimiento, diversos estudios señalan que los videojuegos pueden tener efectos positivos en el desarrollo infantil cuando se usan con moderación y bajo supervisión adulta. Investigaciones difundidas por la National Library of Medicine y Proceedings of the National Academy of Sciences reportan mejoras en coordinación mano-ojo, memoria, atención y resolución de problemas, habilidades clave para el aprendizaje escolar y cotidiano.
De acuerdo con estas evidencias, niñas y niños que se enfrentan a retos dentro del juego ejercitan pensamiento estratégico, toma de decisiones y creatividad. En géneros como plataformas, rompecabezas o estrategia, la necesidad de planear, anticipar y ajustar respuestas refuerza procesos cognitivos y executivos que favorecen el rendimiento académico, siempre que el tiempo de exposición sea adecuado a la edad.
No obstante, el impacto no es automáticamente positivo. El uso excesivo puede asociarse a dificultades de concentración, menor tolerancia a la frustración, alteraciones del sueño y riesgos de conductas adictivas. Por ello, profesionales recomiendan establecer límites claros de tiempo, cuidar el contenido (clasificación por edades), evitar pantallas antes de dormir y promover pausas activas que incluyan actividad física.
La clave es el equilibrio: integrar los videojuegos como parte de una dieta mediática saludable, con acompañamiento parental, reglas familiares y variedad de actividades (lectura, juego al aire libre, artes). Así, la tecnología puede convertirse en aliada del desarrollo cognitivo y motor, preservando el bienestar emocional y la convivencia en casa.
