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Leí hace unos días que más de 93 mil universitarios causaron baja temporal de las instituciones de educación superior por diversas razones, principalmente porque no cuentan con la tecnología adecuada para sus estudios, conexión a internet o el factor psicológico.
La pandemia ha provocado que desde marzo pasado se hayan suspendido las clases presenciales en las universidades. Un panorama muy triste para miles de aspirantes a profesionistas que requieren realizar prácticas como en el caso de los médicos o los odontólogos.
Sin embargo, para los estudiantes en todas las carreras es un problema no poder llevar a cabo sus aprendizajes profesionales con normalidad a consecuencia de las restricciones sanitarias que estamos viviendo, con la incertidumbre de no saber cuándo se podrá regresar a la normalidad o a una normalidad condicionada por los posibles contagios.
Por ejemplo, los pasantes de Derecho no pueden acudir a un tribunal o a un juzgado como lo deberían hacer en tiempos normales para tener experiencias reales sobre lo que se van a dedicar y no se diga un médico que debe conocer de su profesión en hospitales y clínicas. No sabemos hasta que punto pueden acudir a esos lugares sin el riesgo de contagiarse y tampoco en qué medida lo están haciendo.
Todas las clases desde marzo pasado han sido por internet o a través de las aplicaciones usadas ahora como Zoom o Gotomeeting, entre otras. Tal vez para los estudiantes en las ciudades y en las colonias céntricas no hay mucho problema para acceder a esas posibilidades, pero miles de alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) viven en zonas donde es complicado conectarse ya sea por el lugar o por la cuestión económica.
En una entrevista de Teresa Moreno para El Universal, el secretario general de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas advirtió que 72 mil estudiantes de preparatoria y licenciatura están en peligro de abandonar sus estudios por la situación económica de sus familias, la falta de equipo y conexión a internet para tomar sus clases en línea y los problemas emocionales que enfrentan debido al confinamiento.
Lomelí Vanegas pidió a los estudiantes que hagan el esfuerzo por continuar sus estudios, pero la realidad es que la UNAM puede hacer muy poco para mantener al alumnado en su totalidad ante la problemática grave que se vive. En el IPN no han mencionado cifras de deserción, pero en un comunicado la institución anunció hace unos días que dará 400 pesos mensuales a cada uno de sus alumnos para pago de internet, aunque sólo durante cinco meses.
Otro de los retos en las universidades cuando se regrese a las clases presenciales es el número de profesores que se han detectado como población vulnerable por el Covid 19. Según la Secretaría de Educación Pública, de casi medio millón de docentes de educación superior, alrededor del diez por ciento es obeso, hipertenso, diabético o mayor de edad.
La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las múltiples deficiencias y desigualdades de nuestro sistema educativo, en especial la educación superior. Ahora la mayoría de los estudiantes prácticamente dependen de sí mismos y de su fuerza de voluntad para encontrar la superación en estos tiempos tan complicados.