_ El secretario de Salud, David Kershenobich, lanzó un llamado de alerta sobre los efectos nocivos del consumo excesivo de refrescos en México, durante la conferencia matutina encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Con un promedio anual de 166 litros por persona, el país se ubica entre los principales consumidores mundiales de bebidas azucaradas, lo que ha desencadenado serias consecuencias en la salud pública.
Según datos de la Secretaría de Salud, siete de cada 10 niños y adolescentes en México consumen refresco todos los días, incluso en el desayuno. Esta práctica se refleja en que cuatro de cada 10 presentan sobrepeso u obesidad desde temprana edad. Un solo envase de 600 ml contiene el equivalente a 15 cucharaditas de azúcar, cantidad que, consumida diariamente, provoca daños acumulativos que derivan en enfermedades crónicas.
Se estima que una de cada tres personas diagnosticadas con diabetes mellitus y uno de cada siete nuevos casos de enfermedades cardiovasculares en México están relacionados con la ingesta de bebidas azucaradas. En 2024, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó 192 mil 563 muertes por enfermedades cardiovasculares y 112 mil 641 por diabetes mellitus. Además, el consumo frecuente de refrescos está vinculado con complicaciones como daño renal crónico, hígado graso y cirrosis no alcohólica.
Kershenobich advirtió también sobre los riesgos de las bebidas “light” o “cero”, que pueden alterar la microbiota intestinal y elevar el riesgo de infartos y hemorragias cerebrales. Subrayó que las personas no sólo fallecen antes de tiempo, sino que pierden hasta una década de vida saludable. “El impacto en la calidad de vida es profundo. La prevención es una herramienta poderosa que debemos fortalecer desde la infancia y a lo largo de la vida”, enfatizó.
El funcionario hizo un llamado a la reflexión ciudadana sobre el consumo diario de refrescos y reiteró que el gobierno federal impulsa un enfoque preventivo para reducir los índices de enfermedades relacionadas con la dieta. “Después de conocer estos datos, debemos preguntarnos si realmente vale la pena tomar un refresco todos los días”, concluyó.
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