El desierto del Sahara, que normalmente se percibe como una vasta extensión árida, ha experimentado períodos de mayor vegetación a lo largo de milenios, conocidos como "reverdecimientos". Estos eventos, como el ocurrido hace entre 5,000 y 11,000 años durante el Holoceno, han sido desencadenados por factores como el fortalecimiento de los monzones en el hemisferio norte, lo que ha creado condiciones propicias para el crecimiento de vegetación en el Sahara. Un estudio reciente publicado en Climate of the Past destaca cómo este fenómeno puede tener efectos significativos en el clima del hemisferio norte.
Simulaciones climáticas lideradas por el Dr. Marco Gaetani de la IUSS en Pavía, Italia, sugieren que el reverdecimiento del Sahara altera la circulación atmosférica en el hemisferio norte, especialmente durante el verano boreal, afectando la estacionalidad y los patrones de temperatura y precipitación en regiones como Europa, América del Norte y Asia central. Estos cambios incluyen veranos más cálidos y secos en Escandinavia y Norteamérica, inviernos más fríos en Europa occidental y aumentos en la precipitación en Asia central.
Además, el estudio sugiere que las modificaciones en la Circulación de Walker y en la Oscilación del Atlántico Norte han jugado un papel fundamental en la alteración de las corrientes en chorro del Atlántico y el Pacífico. Este fenómeno reduce la emisión de polvo en el Sahara, lo que modifica la reflectividad solar del suelo (albedo) y contribuye al calentamiento tropical, incentivando un mayor reciclaje del agua y mitigando las sequías en la región.
La investigación destaca la importancia de seguir explorando cómo la interacción entre la atmósfera y los océanos podría amplificar los efectos de la vegetación en el Sahara sobre el clima global, en especial ante los cambios inducidos por el calentamiento global.