_ Cristian Vargas mantiene viva esta tradición popular
Melodías como a€œCielito lindoa€ y a€œLas golondrinasa€ rompen el silencio del Centro Histórico de Xochimilco
Uno de los personajes que forma parte del paisaje urbano es el organillero que con su música da vida a las plazas públicas y espacios por donde transita llevando sobre sus hombros esa caja de madera que emite sonidos singulares e inconfundibles aun en medio del ruido de la ciudad.
Si acostumbras transitar por el corredor turístico del Centro Histórico de Xochimilco o sentarte a descansar en el Jardín del Arte, seguro en más de una ocasión has escuchado esta música que gracias a personas como Christian Vargas sigue sonando en nuestros días.
Proveniente de Valle de Chalco, este joven alegra con diversas melodías el primer cuadro de la demarcación; comenta que este oficio lo aprendió con los padres de su esposa, quienes desde hace más de 30 años mantienen viva la tradición de musicalizar los espacios públicos.
Este músico urbano asegura que aunque se trata de un oficio sencillo, es cansado, pues se tiene que mover constantemente la manija para que el órgano funcione, así como permanecer de pie en el mismo lugar durante varias horas bajo el sol y trasladar el pesado instrumento a otros puntos.
Dentro de su repertorio se encuentran piezas como a€œCielito lindoa€, a€œEl gavilána€ y a€œLas golondrinasa€, entre otras canciones que continúan vigentes en la memoria colectiva gracias a este instrumento y a los a€œorganillerosa€ quienes en cada giro de manija fortalecen esta tradición popular.
