_ El fotógrafo peruano Bartolomé Velarde Seoane (1827-1903) se consolidó como uno de los pioneros de la fotografía en México y ocupó un lugar destacado en la sociedad chihuahuense del Porfiriato, gracias a un oficio que le permitió acercarse a las elites políticas y culturales de la época. Su trayectoria fue abordada en la conferencia *El itinerario de Bartolomé Velarde: Lima-Denver-Chihuahua*, impartida por Jorge Meléndez Fernández, encargado de la Fototeca del Centro INAH Chihuahua, en el marco del ciclo “Migración e integración” del Seminario Estudio del Patrimonio Fotográfico de México, organizado por el INAH.
Velarde, acompañado de su esposa Lucía Allen Arnold, llegó a Chihuahua en 1877 tras haber vivido en Denver, Estados Unidos, donde documentó la vida minera, comercial y social de la región. En México revolucionó la práctica fotográfica al introducir materiales y técnicas novedosas, como el uso de tarjetas de imprenta y la carte-de-visite, que le permitieron posicionarse entre la elite local y colaborar con figuras como Luis Terrazas, Enrique Creel y Miguel Ahumada.
El peruano realizó colecciones de vistas urbanas que registraron la modernización de Chihuahua, además de retratos con un estilo distintivo caracterizado por el uso del óvalo, luces precisas y composiciones innovadoras. Sus imágenes no solo fueron reconocidas en el ámbito local, sino que también representaron a México en escenarios internacionales como la Exposición Histórico-Americana de Madrid (1892) y la Exposición Mundial Colombina en Chicago (1893).
La profesora Rosa Casanova, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, subrayó que el oficio de Velarde no solo le brindó estabilidad económica, sino también prestigio social, mientras que su condición de migrante le permitió explorar los avances tecnológicos de la fotografía en distintos países, dejando un legado invaluable en el patrimonio visual de México.
