_ ¿Por qué podemos recordar con nitidez una conversación importante, pero olvidamos dónde dejamos las llaves? La respuesta está en el funcionamiento del cerebro, que no guarda todo lo que vivimos, sino que selecciona lo más relevante para conservar en la memoria a largo plazo.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de California en Berkeley, este proceso de selección está liderado por el hipocampo y la corteza prefrontal. Ambas regiones trabajan en conjunto para decidir qué información debe almacenarse, privilegiando lo que tiene carga emocional o valor futuro. Así, no todo lo que experimentamos queda registrado con la misma intensidad.
Además, investigaciones publicadas en Nature Neuroscience revelan que el olvido no solo es inevitable, sino necesario. El cerebro elimina datos considerados irrelevantes como una estrategia para mantener su eficiencia, evitar la sobrecarga y facilitar nuevos aprendizajes. Esta capacidad de “limpiar” información es crucial para el buen funcionamiento cognitivo.
La Universidad de Toronto respalda esta visión al señalar que olvidar no es una falla del sistema, sino una función adaptativa. Al desechar datos sin utilidad, el cerebro libera espacio y se vuelve más ágil para enfrentar situaciones nuevas. Así, tanto recordar como olvidar forman parte de un equilibrio esencial para nuestra memoria.
Estas investigaciones ayudan a comprender por qué algunos recuerdos se fijan con más fuerza que otros, y por qué la memoria humana es más eficiente cuando no intenta retenerlo todo. En última instancia, nuestro cerebro selecciona estratégicamente lo que vale la pena recordar.
