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Por Ricardo Burgos Orozco
En cuanto lo vi a lo lejos la semana pasada, me le acerqué con la idea de criticar la razón por la cual las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo le permiten continuar trabajando en esta etapa de contingencia siendo que les dieron descanso con goce de sueldo a todos los empleados mayores de 60 años de edad.
De cabello muy canoso, no gordo, pero sí con un estomago un tanto abultado, el hombre estaba limpiando uno de los pasillos de acceso en la estación División del Norte con el clásico uniforme del personal de intendencia. Le pregunté de botepronto y me dejó callado con su respuesta: tengo 59 años de edad. Todavía no me toca.
Perdóneme –le dije apenado—estaba seguro que usted ya tenía más de 60 años de edad. Me contestó con una sonrisa muy amable que a todos sus otras compañeras y compañeros de la tercera edad los mandaron a sus casas desde hace varios días.
Hasta antes de la contingencia, eran tres empleados por la mañana y tres por la tarde. Ahora únicamente es uno por turno. El primero entra a las siete y media de la mañana y sale a las tres de la tarde. A esa hora ingresa el siguiente y termina a las diez y media de la noche.
Después investigué que esa cantidad de personal es el mismo en todas las estaciones que permanecen abiertas de las 12 líneas, mientras pasa la cuarentena ¿Se da abasto? Le pregunté a mi entrevistado. Es cuestión de organizarse, pero alcanza muy bien el tiempo. Ayuda que ahorita hay menos gente, me contestó.
Se llama Cruz Molina. Es una persona muy tranquila y amable. También muy platicador porque me siguió hasta el andén con su charla y el trapeador en la mano.
¿Cuánto gana? Mil 500 pesos a la quincena, pero, fíjese, el pago anterior fue de mil 600 y me acaba de llegar el otro de mil 100 ¡Vaya a reclamar! Le respondí. Ya y me dijeron que me lo reponían en la próxima. Yo confío que sí ¿Y le alcanza? Sí, solo hay que administrarse bien, me respondió con una sonrisa segura.
Cruz tiene 32 años trabajando en el Metro. Siempre en labores de intendencia porque estudió sólo la primaria. Recuerda que se inició muy joven en la estación Martín Carrera. No conoce más camiseta que la del Metro y tampoco le interesa irse a otro lado porque dice sentirse muy a gusto donde está.
Habla con satisfacción de lo que ha hecho. Desde siempre ha vivido en la colonia La Impulsora en Ciudad Nezahualcoyotl. Lleva apenas cuatro años de casado con una hija de tres ¡Se casó madurito! Le dije. Mi esposa tiene 35 años, me contestó orgulloso.
Me despedí de mi nuevo amigo ¡Nos vemos otro día, Cruz! ¡Ya se me pasaron cuatro trenes por estar platicando con usted!