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En estos tiempos de angustia, preocupación, prevención y cuidado, salir a la calle –cuando tenemos oportunidad -- ya no es lo mismo que antes. Hasta marzo del año pasado era cotidiano salir a comer los fines de semana o cuando menos el domingo, de acuerdo a los alcances de nuestra economía familiar.
Desde el inicio de la pandemia, las cosas han dado un giro de 360 grados en nuestras actividades personales y en especial para salir a comer. La mayoría de la gente ahora ya se acostumbró a pedir comida a domicilio o cuando mucho salir a comprarla y consumirla en casa.
En marzo también se determinó que un gran porcentaje de empleados de oficinas de gobierno y empresas privadas hicieran trabajo en casa o lo que hoy ya es conocido como Home Office. Han pasado diez meses y los trabajadores siguen sin poder regresar a sus actividades cotidianas, ni de un lado ni del otro.
Eso fue otro duro golpe para los restaurantes de distintos niveles en la Ciudad de México porque miles de personas que debían comer fuera entre semana, ahora ya lo hacen en sus casas.
El impacto más fuerte para los restauranteros fue cerrar desde el inicio de la pandemia y tener que tomar la modalidad de servicio a domicilio, los que tuvieron posibilidades, porque otros debieron esperar a volver a abrir, lo que sucedió hasta octubre cuando hubo una luz de esperanza al cambiar el semáforo del rojo al naranja.
Pero en diciembre, cuando se esperaban las mejores ventas del año, las autoridades del gobierno de la Ciudad de México deciden regresar al semáforo rojo – por el número creciente de contagios y hospitalizaciones – y nuevamente ordenan el cierre de los restaurantes.
Hace unos días, algunos restaurantes, sobre todo en Polanco, decidieron abrir sin ninguna autorización porque se quejaron que la situación ya era insostenible y preferían recibir multas que cerrar permanentemente sus negocios. También enviaron una carta a la jefe de gobierno, Claudia Sheinbaum comentando sobre su crisis aguda con la frase ¡Abrimos o morimos!
Explicaron que su gremio está a punto de desaparecer por las medidas para controlar al Covid 19, que antes de la pandemia había 70 mil restaurantes que generaban 340 mil empleos directos y de ellos han cerrado 13 mil 500 restaurantes en el Valle de México, contando zonas del Estado de México.
Se les están acabando los ahorros para los más afortunados que todavía tenían, ha concluido el periodo de gracia con sus acreedores y deben seguir pagando impuestos y servicios como luz, agua, gas, renta.
Como respuesta, a partir del lunes 18 de enero los restaurantes tienen autorización del gobierno de la ciudad para volver a abrir con atención directa a los clientes, siempre y cuando el servicio se brinde al aire libre en terrazas o banquetas – no en vías primarias o de acceso controlado, ciclovías o carriles exclusivos de transporte público --, no más de cuatro comensales en una mesa, uso obligatorio de QR y consumo en el lugar hasta las 18 horas.
Así ya lo están haciendo miles de negocios en la Ciudad de México, utilizando incluso sus propios estacionamientos, espacios en las banquetas, adecuando para poder atender clientela. Se trata de sobrevivir.
