_ Nuevas evidencias arqueológicas descubiertas en la comunidad de Palos Verdes, en Guasave, Sinaloa, están revelando aspectos inéditos del modo de vida y las prácticas funerarias de antiguos grupos asentados en esta región del norte de México. En el marco del Proyecto Arqueológico Guasave, liderado por el arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda y avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se localizaron un osario colectivo y dos crematorios prehispánicos, uno de ellos con indicios de haber sido destinado a infantes.
Estos contextos funerarios no tienen precedentes registrados para el territorio sinaloense. El primero de los crematorios mide 1.20 metros de largo y presenta muros construidos con adobe y conchas molidas. En su interior se hallaron restos óseos pequeños, probablemente infantiles, así como fragmentos de cerámica tipo Aztatlán, datada entre los años 600 y 1000 d.C. Un segundo crematorio, de mayor tamaño, mostró gran cantidad de ceniza y carbón, pero sin restos óseos, lo que sugiere una práctica mortuoria donde los restos eran retirados tras la incineración.
Además, se identificó un osario colectivo con restos de al menos cuatro individuos. Dos cráneos con modificación craneal tabular erecta fueron hallados sobre un conjunto de huesos largos orientados de noroeste a sureste, acompañados por restos de un joven de entre 10 y 15 años. Este hallazgo guarda similitud con entierros reportados en la década de 1930 en el sitio arqueológico Chorohui, lo que refuerza su relevancia como parte de la ocupación más antigua de Guasave, conocida como fase Huatabampo.
Las investigaciones también documentaron la existencia de concheros ceremoniales en la Isla Macapule, lo que indica que los antiguos habitantes de la planicie aluvial del río Sinaloa realizaban visitas periódicas a ese sitio con fines rituales. En los médanos se encontraron capas de hasta 20 centímetros de conchas y huesos, algunos quemados, lo que sugiere un esfuerzo por preservar espacios de culto frente al desgaste natural.
Gracias a la colaboración del INAH, la National Science Foundation y habitantes de Palos Verdes, este proyecto ofrece una ventana única para comprender la organización social, las prácticas mortuorias y el vínculo espiritual con el paisaje de los antiguos pobladores de Sinaloa. Estos hallazgos enriquecen el conocimiento arqueológico de la región noroeste de México y abren nuevas líneas de investigación sobre su historia prehispánica.
