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Domingo 28 de abril de 2024

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Revisiones a la obra del estadounidense Raphael Montañez y del mexicano Miguel Calderón llegan al Tamayo

Revisiones a la obra del estadounidense Raphael Montañez y del mexicano Miguel Calderón llegan al Tamayo

Revisiones a la obra del estadounidense Raphael Montañez y del mexicano Miguel Calderón llegan al Tamayo

_ La muestra dedicada a Raphael Montañez se presenta en colaboración con el Museo del Barrio de Nueva York Un recorrido por 30 años de trabajo de Miguel Calderón

Raphael Montañez Ortiz: Una retrospectiva contextual es una de las retrospectivas más ambiciosas que se le ha dedicado al artista estadounidense en los últimos 30 años, quien es pieza clave del movimiento International Destruction Art.

La exposición, que se inaugura este 15 de octubre en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, está integrada por cerca de 150 piezas y cubre 65 años de trayectoria como artista, educador, pensador, activista, en diálogo con obra de otros 20 artistas de los mismos periodos. El recorrido se encuentra dividido en cuatro ejes: Destrucción, Decolonización y prácticas de guerrilla, Etnoestética y Fisio-psico-alquimia.

Rodrigo Moura, curador de la muestra, resaltó que es un momento muy importante para hacer esta retrospectiva, porque la obra de Montañez Ortiz “toca temas que tienen que ver con el poscolonialismo, el decolonialismo, con romper los cánones eurocéntricos. Él es un pionero, abrió caminos con su práctica a cuestiones que ahora tienen mucha importancia en las discusiones sobre el arte y la cultura en general.

“Él es un artista que tiene raíces puertorriqueñas, mexicanas y nativa americanas, orígenes que Raphael reclama como fundamentales para la comprensión de su persona y su visión como artista. Esto se ve claramente cuando propone dos conceptos fundamentales: la ethnoestetic (etnoestética) como una manera de poner la herencia cultural de los artistas a favor de un discurso anticolonial, y la fisio-psico-alquimia, prácticas performáticas relacionadas con la meditación y el ritual, ambas como formas de sanación”.

Bajo el eje de Destrucción, la primera parte abarca de 1957 a 1967 y exhibe sus primeros trabajos, algunos desarrollados en Brooklyn, su ciudad natal: Él trabaja en una serie de películas experimentales en las cuales manipula, destruye, reconstruye y recrea fragmentos originales de materiales fílmicos de western, news real y el golf. Con este material crea pequeños rituales íntimos, inspirado por las culturas indígenas latinoamericanas, señaló Moura.

Como parte importante de esta sección se presentan dos esculturas de la serie realizada entre 1961 y 1964, los Archaeological Finds (Hallazgos arqueológicos). “Son piezas que pueden leerse desde su dimensión performativa y ritual, en las que repiensa su ancestralidad indígena”, también se presenta el piano que el artista destruyó durante uno de sus Conciertos de destrucción de piano, realizado en Ciudad de México en 2014.

La segunda sección, Decolonización y prácticas de guerrilla, destaca el momento en que el artista busca intervenir en el arena pública: “es un momento importante de inflexión en su práctica artística, en el que crea el Museo del Barrio como una expresión de autodeterminación cultural de la comunidad puertorriqueña en Nueva York.

“Él tuvo un papel muy importante como activista y artista, pues le dio visibilidad a una comunidad de creadores que habían sido invisibilizados por los circuitos artísticos estadounidenses. Entre otras obras se presenta gráfica de artistas puertorriqueños que actualmente pertenecen a la colección de su museo, así como registros del performance El teatro ritual de la guerrilla, realizado en contra de la guerra de Vietnam, donde su trabajo mezcla el arte y el activismo”.

Etnoestética abarca su etapa de investigación en la Universidad de Rutgers, donde empieza a explorar las culturas ancestrales e indígenas para su tesis de doctorado, momento en que formula este concepto:

De esta sección destaca la pieza Maya Zemys: “Toma inspiración del zemy, objeto ritualístico de los pueblos taínos del Caribe y de los mayas de México. El artista la considera una pieza fundamental de reconciliación con su propia identidad. Las plumas representan la comunión entre naturaleza y cultura, también hay un referencia a lo mítico, donde no se sabe cuándo empieza cada una”, señaló Moura.

Fiso-psico-alquimia “es la documentación de una serie de obras en las cuales recurre a la meditación, procesos de sanación, ritualísticos, psicolanalíticos, que entran en su trabajo”. Se encuentran parte de sus escritos y registros de participación en diversos performances, en los que reflexiona sobre el arte y el ejercicio artístico. Estas obras también guardan relación con el psicoanálisis, expresó.

Por su parte, Miguel Calderón. Materia estética disponible es un recorrido por casi 40 piezas, entre fotografía, video e instalación, las cuales articulan una revisión sobre el trabajo que el artista ha realizado a lo largo de tres décadas.

“La exposición se compone de piezas desde la década de los noventa hasta este año, con Balanza de las improbabilidades. Es muy buen resumen de muchas obras que tuvimos que dejar fuera, pero que son icónicas dentro de la historia del arte joven de nuestro país, explicó en entrevista Mariana Mañón, curadora de la muestra.

“En la selección tratamos de no generar un camino lineal o biográfico sino cubrir los temas más importantes que él ha desarrollado a lo largo de su carrera, lo que implicó también entender el uso de las metodologías y técnicas, como la fotografía y el cine.

“Son cuatro grandes ejes temáticos que corresponden a lo que me parece son sus grandes temas: la relación con los animales y el humano, los protocolos, la crítica institucional y la relación ficción-realidad”, detalló.

Resaltó que esta revisión es un recuento de un artista que sigue activo y cuya presencia es “muy importante para entender cómo se ha posicionado el arte mexicano en el extranjero. Él llegó a México tras estudiar en San Francisco (California, Estados Unidos) con muchas influencias, las cuales combina y digiere en el contexto de la Ciudad de México.

“Es uno de los artistas que en los noventa van abriendo camino para otros artistas jóvenes en el extranjero, en un intercambio de la internacionalidad, que se vuelve tan importante, en cuanto al posicionamiento de las prácticas artísticas y de la forma en que se articula el arte en nuestro país”.

La también investigadora resaltó que los filmes presentados en la exposición sintetizan muy bien el trabajo del artista, donde el público podrá encontrar claves para entender su estética: Hablan de todos esos temas que le interesan, además permite ver la foto fija y no solo la narrativa de las cosas que explora.

Por su parte, el artista resaltó alguno de los trabajos que realizo en La Panadería, espacio de exposición que inauguró en la Condesa, el cual logró posicionarse en los circuitos de exhibición en la década de los noventa. “Nos empezaron a mandar muchos currículos, pero como artista me interesaba ver la obra”.

El recorrido, lleno de guiños críticos y humor, también presenta La caja de luz, un pequeño refrigerador lleno de tenis y quesos de 1998: “En ese entonces (los noventa) toda la publicidad era así. Esta obra hace referencia a ese agobio que sentía, a la repulsión hacia los protocolos que se tenían que seguir en el mundo del arte, la luz, la frialdad, los olores que emanamos como seres humanos”.

La foto En lo abierto, el artista plasma su obsesión por las aves de presa: De niño tuve la oportunidad de crecer con un ave de presa, las cuales empecé a documentar. En ellas descubrí la membrana de sus ojos que les protege los ojos de la sangre cuando cazan.

“Mucho de mi trabajo con animales no es para hablar de ellos, sino como una manera de entenderme como ser viviente y la relación que tengo con estos animales”.

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