_ Tras el fallecimiento del papa Francisco, se abre el periodo de sede vacante en el Vaticano y con ello, la atención se centra en los posibles sucesores al trono de San Pedro. Aunque el refrán vaticano recuerda que “quien entra como papa al cónclave, sale como cardenal”, ya comienzan a mencionarse los nombres de quienes podrían ocupar el liderazgo de la Iglesia Católica.
Entre los considerados papables se encuentran el cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, de origen argelino y con prestigio en Europa por su cercanía a Francisco y su labor en el diálogo interreligioso; el cardenal húngaro Peter Erdo, un conservador moderado con experiencia en Europa y África; y Mario Grech, de Malta, secretario general del Sínodo de los Obispos, quien ha defendido una postura de apertura hacia los fieles LGBTQ+.
Desde España, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, es visto como un defensor de la justicia social con un perfil pastoral cercano al del papa Francisco. Otro nombre destacado es el del cardenal italiano Pietro Parolin, actual secretario de Estado vaticano, conocido por su experiencia diplomática y liderazgo en la Curia Romana.
También se perfilan el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, con amplia experiencia pastoral y administrativa en Asia; el cardenal estadounidense Joseph Tobin, reconocido por su apertura hacia comunidades diversas; el cardenal africano Peter Turkson, con una trayectoria centrada en justicia social y cambio climático; y el italiano Matteo Zuppi, vinculado a la Comunidad de Sant’Egidio y con labores diplomáticas en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
El Colegio Cardenalicio, que elegirá al próximo pontífice en cónclave, deberá sopesar entre continuidad y cambio, equilibrio geográfico y doctrinal, para designar al próximo líder espiritual de más de 1,300 millones de católicos en todo el mundo.
