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Martes 23 de abril de 2024

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Camino Real de Tierra Adentro, ruta de antiguas peregrinaciones aún vivas

Camino Real de Tierra Adentro, ruta de antiguas peregrinaciones aún vivas

Camino Real de Tierra Adentro, ruta de antiguas peregrinaciones aún vivas

_ Las pastorelas se realizaban en las haciendas a manera de cuentas de un rosario, la tradición continúa en una antigua hacienda de Aguascalientes

A pie, en carreta o en recua de mulas, la fe viajó a lo largo y ancho del Camino Real de Tierra Adentro, muchas veces “colgada” del pecho de los religiosos, quienes, con el fin de evangelizar a los naturales de los diversos territorios transportaban pequeñas imágenes marianas se trata de efigies conocidas como “vírgenes de conquista”, cuyos cultos, en algunos casos, aún se celebran.

Siendo las tradiciones religiosas una manifestación de la riqueza cultural originada por este itinerario que cumple una década de su inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza una serie de charlas que abordan su importancia y valor histórico.

Como parte de la estrategia “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, se celebró el conversatorio Camino Real de Tierra Adentro. Tributo de fe.

A través de INAH tv, el historiador Christian Medina López Velarde, del Centro INAH Aguascalientes, destacó la importancia de las “vírgenes de conquista”, efigies de pequeñas dimensiones que eran transportadas por los clérigos facilitando su traslado a regiones inhóspitas y difíciles de acceder. Un ejemplo es la Virgen de San Juan de los Lagos, que marcó un hito para esta región porque, gracias al movimiento que esa vía tenía, varias esculturas con estas particularidades están presentes en diversos templos.

Destacó otras tallas religiosas como la de Nuestra Señora de la Encarnación, en Encarnación de Díaz, en Jalisco; Nuestra Señora de El Pueblito de San Marcos, y la “Preladita”, que es una figura de la Virgen de Guadalupe, ambas en Zacatecas.

Gracias a estas imágenes se puede apreciar cómo el Camino Real sigue estando presente en muchas de las peregrinaciones antiguas que se siguen realizando en la actualidad, como de la ciudad de Aguascalientes a San Juan de los Lagos, en cuyo trayecto se retoma un tramo de esta ruta patrimonial que va de la Hacienda de Peñuelas hasta Encarnación de Díaz.

Las pastorelas son otra forma en la cual este recorrido cultural se hace presente en la actualidad. Estas representaciones teatrales se realizaban en las fincas de la región a manera de cuentas de un rosario. Actualmente, aún se escenifica en la antigua hacienda del Pabellón de Hidalgo en Aguascalientes.

Por otra parte, desde los conventos de Juchipila y del Teúl, los religiosos llevaron las imágenes marianas a lo largo del Camino Real, como lo refirió Celina Becerra, investigadora del Centro INAH Jalisco.

Relató que los primeros profesos que llegaron a la región de Lagos de Moreno, Jalisco, y Aguascalientes, fueron suficientes para evangelizarla, por lo que el clero sería el encargado de fundar parroquias y crear curatos en donde se descubrían minas o se encontraban poblados indígenas.

“Para 1548 llega el primer obispo a Guadalajara, a partir de aquí serán más numerosas las parroquias a cargo del clero secular en esta región, en contraste a lo que estaba sucediendo en otras zonas de la Nueva España”, destacó.

Mientras eso pasaba en el occidente de los nuevos territorios, más al norte, en la zona de Durango, la imagen dolorosa y sangrienta del cristo crucificado, con la que los indígenas oprimidos se identificaban, se hacía presente.

De acuerdo con Esbardo Carreño Díaz, investigador del INAH Durango, un ejemplo es el culto al Cristo Negro de Esquipulas, una advocación que llegó desde Guatemala a México y que se expandió por todos los espacios novohispanos.

“En Durango está presente en el Templo de San Juan de Dios, pero avanzó por el Camino Real para llegar al real minas de San José de Avino, municipio de Panuco de Coronado. De ahí se le vuelve a encontrar en Chimayo, que es su santuario, más al norte, en Nuevo México, Estados Unidos”, detalló.

El Dulce Nombre de Jesús es otra advocación muy temprana, que nace y crece, en el municipio de Villa del Nombre de Dios, gracias a las cofradías y en la actualidad sigue presente; este culto llegaría al Templo de San Agustín, de la ciudad de Durango.

“Más al norte del estado está Indé, fundada con la misión jesuita de San José del Tizonazo, y que resguarda a un cristo de gran devoción, de principios del siglo XVII, conocido como ‘El Señor de los Guerreros’, que a la fecha sigue atrayendo peregrinos del sur de Estados Unidos y del norte del país, compartió.

Desde hace 305 años, el culto al Santo Cristo, Señor de Mapimí, en Cuencamé, se hace presente con la procesión de carretas en su honor que inicia en el Cañón de Jimulco, en la frontera de Durango, Coahuila y Zacatecas.

El historiador Evaristo Robles Escalera, del Museo de Guadalupe, Zacatecas, dijo que el culto al patrono de los agricultores fue muy importante en esas tierras, porque los antepasados de Diego Vargas, un reconquistador de la región, en Madrid, España, eran dueños de las propiedades donde este santo atendía la parcela.

En el estado que hoy integra la Unión Americana, otro culto de suma importancia fue el del Santo Niño de Atocha, que, fue llevado a Zacatecas por el marqués de Aguayo y donado al santuario de San Demetrio, en Fresnillo. Ya en el siglo XIX, de Nuevo México llega una peregrinación que la lleva consigo de regreso a Chimayo, donde construyó una capilla en su honor.

Tanto en Zacatecas como en Nuevo México, una representación destacada es la escenificación de la lucha entre moros y cristianos, que en el centro de México tienen una connotación de danza, mientras que en el norte es algo más teatral, pues es la recreación de la batalla naval de Lepanto.

“Dentro de las edificaciones destacadas en la ruta del Camino Real, hay dos conventos claves para entender el desarrollo económico del norte de la Nueva España, que son el de las Concepcionista, en San Miguel de Allende, Guanajuato y el de las Clarisas en Querétaro, estos monasterios de monjas les prestaban dinero a los comerciantes de la época para el transporte y traslado de menajes, ajuares domésticos, el azogue para la explotación de minas en el norte, entre otros”, finalizó.


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