_ Las tormentas magnéticas pueden provocar interferencias en las telecomunicaciones y afectaciones a los satélites que orbitan la Tierra. Cuando el Sol eyecta una cantidad de energía importante, en el planeta sentimos los efectos, principalmente en la tecnología: sistemas de posicionamiento global (GPS), teléfonos celulares, en el cajero automático o con apagones eléctricos, afirmó Juan Esteban Hernández Quintero.
El responsable del Servicio Magnético de la UNAM, adscrito al Instituto de Geofísica (IGf), indicó que para prevenir riesgos es importante conocer el geomagnetismo de nuestro planeta, y a eso se dedica esta instancia universitaria.
Con más de un siglo en la detección del campo magnético y en la generación de datos inéditos y continuos sobre su comportamiento, la instancia universitaria genera información útil en diversos campos: para la exploración y explotación más precisa de yacimientos minerales y petroleros; para orientar brújulas en navegación; en la industria aeronáutica para corregir la trayectoria de aviones y satélites; en investigación científica para apoyar el conocimiento de la historia geológica del lecho oceánico.
Otra de sus funciones es aportar datos para conocer el clima espacial, que ocurre porque el Sol y la Tierra tienen una conexión magnética en donde nuestro planeta, con su propio campo magnético, se ve influenciado por el viento solar.
El Observatorio Magnético de Teoloyucan, en el Estado de México (en operación desde 1914); la Estación Magnética de Coeneo, Michoacán; y una estación en el volcán Popocatépetl, aportan datos y gráficas al nodo central ubicado en Ciudad Universitaria.
Sol y Tierra, dos fuentes magnéticas
El magnetismo de la Tierra tiene dos fuentes principales: la externa, proveniente del Sol, y la interna, que emana del interior del planeta.
El Sol emite ondas electromagnéticas (que son las que nos queman) y partículas de gran energía (protones, partículas alfa y beta); cuando hace una eyección de masa coronal o tormenta geomagnética, “es como un soplido de esa estrella, que incrementa la velocidad de esas partículas hasta un 40 o 50 por ciento”, explicó Hernández Quintero.
“Como una ola, las ondas llegan a la Tierra, y ésta, como una burbuja, las recibe en la magnetósfera, una capa invisible que nos protege. Esto sucede cada vez que el Sol emite esa cantidad de energía y va en armonía con el ciclo solar de 11 años. Estos eventos tienen un impacto cada vez mayor sobre la tecnología, sobre todo en los satélites que orbitan y en los instrumentos de orientación de los aviones”, remarcó.
En tanto, la fuente interna de la Tierra se origina en las profundidades de nuestro mundo, entre el núcleo y el manto, a unos dos mil 500 kilómetros de profundidad.
“En cualquier planeta, estrella o galaxia que tenga un campo magnético debe haber gran cantidad de fluido altamente conductor que conduzca electricidad fácilmente. En el manto de la Tierra tenemos fluidos ricos en fierro y níquel. Todo ese material se mueve y por eso hay calor dentro del planeta, pero además gira y se activa un electroimán inmenso en su centro”, detalló.
Magnetómetros
Científicos de todo el mundo, entre ellos de la UNAM, miden el comportamiento de las dos fuentes geomagnéticas con dispositivos que cuantifican la fuerza y dirección de la señal magnética.
“Tenemos magnetómetros que miden la intensidad del campo magnético y su variación. Usamos varios instrumentos que evalúan el campo magnético y dependiendo de lo que nos interese, se mide determinado periodo, posición o lugar”.
Hernández Quintero ejemplificó que si se estudia el magnetismo en una zona minera se obtiene información del subsuelo, y en combinación con otros datos, logran determinar su potencial minero o petrolero. “El magnetismo terrestre es un busca tesoros gigante”.
Los expertos reúnen datos que envían a una red internacional que comparten con varias instituciones en el mundo, llamada Intermagnet. “Compartimos la información para hacer modelos globales de estudio, con los que estiman cómo se comporta el campo magnético terrestre”, concluyó. —oOo—