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Martes 23 de abril de 2024

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El pasado prehispánico de Fresnillo, en monografía histórica

El pasado prehispánico de Fresnillo, en monografía histórica

El pasado prehispánico de Fresnillo, en monografía histórica

_ Entre Alta Vista y La Quemada, los dos principales centros culturales de la época Clásica mesoamericana en Zacatecas, había quedado en el olvido el pasado prehispánico de una región cuya historia antigua ha sido poco estudiada: Fresnillo. El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Carlos Alberto Torreblanca Padilla, oriundo de esa tierra, ha integrado la primera monografía histórica que reconstruye parte del escenario antiguo de ese territorio minero, cuyo suelo guarda preciados tesoros culturales además de lingotes de plata.

Un interés de infancia

En sus clases de primaria, Carlos Torreblanca escuchaba con gran interés la historia de mayas y mexicas, pero de su pueblo, Fresnillo, Zacatecas, nada se decía. Parecía que la historia regional comenzaba en la época virreinal, a pesar de que los cronistas locales hablaban de lugares muy antiguos, de cuevas con pinturas y de gente que encuentra puntas de flecha hechas de piedra, en la sierra y en los llanos.

Fresnillo es el municipio de mayor importancia económica y social después de la capital del estado, altamente reconocido por su historia minera, ahí se ubica una de las minas de plata más importantes del mundo. Torreblanca Padilla, formado como arqueólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y desde hace 15 años investigador del INAH en Zacatecas, tenía la inquietud de despertar la conciencia de las nuevas generaciones de fresnillenses sobre su pasado prehispánico, que vislumbraba rico.

Desde que regresó a Zacatecas, luego de estudiar arqueología en la Ciudad de México, tuvo en mente investigar el pasado de su tierra; imaginaba a los antiguos pintores decorando las cuevas de la Cañada de Linares o a los primeros cazadores nómadas en los llanos de Fresnillo. Comenzó las pesquisas con los historiadores locales: don Carlos Stephano Sierra, Rafael Pinedo Robles, Carlos López Gómez, entre otros, quienes lo guiaron hasta los sitios donde se hallan restos de antiguas poblaciones. Así, comenzó el acopio de información para reconstruir —a la manera de los cronistas decimonónicos— la población antigua de Fresnillo.

A la par de la observación realizada durante recorridos de superficie por la región, acompañado de los historiadores locales y del análisis de colecciones particulares de material arqueológico, reportadas al INAH, el investigador se dio a la tarea de recuperar toda la información documental posible sobre las pocas evidencias arqueológicas registradas desde la década de 1960 a la fecha, así como los análisis y estudios del área de la cuenca del río Aguanaval, que surca en el valle de Trujillo, a la mitad del municipio, donde se encuentran la mayoría de asentamientos prehispánicos.

Posteriormente, dio orden a los datos presentados por los escasos arqueólogos que han explorado la demarcación, desde la primera investigación a cargo de Walter Taylor, contemplada dentro del Proyecto Arqueológico Frontera Norte de Mesoamérica, de J. Charles Kelley, en los años sesenta; los reconocimientos arqueológicos de Margarita Aguilar, hechos en 1976, hasta los trabajos de registro del INAH, en 1988.

Población antigua de Fresnillo, monografía histórica

La monografía histórica del arqueólogo Torreblanca Padilla es la primera recopilación sobre la población antigua de Fresnillo que aglutina, pone en orden y ofrece una interpretación preliminar de los resultados de los registros arqueológicos y exploraciones llevadas a cabo décadas anteriores en la comarca, carentes de interpretación y estudio.

De acuerdo con los datos recabados, en Fresnillo existen sitios arqueológicos de la época prehispánica, espacios con manifestaciones gráfico-rupestres, sitios con concentraciones de material lítico y un yacimiento paleontológico del Pleistoceno, con posibles evidencias de presencia humana que podría ser la más antigua de Zacatecas.

El investigador explica que, en la década de 1980, en el sitio paleontológico Santa Ana (Pardillo III) se descubrieron los restos de megafauna del Pleistoceno, entre la que sobresalen los de mamut y un hueso con huellas, el cual se presume podría corresponder a un raspado producido por el hombre, lo que abre la posibilidad de presencia humana en Zacatecas desde hace 12,000 años, dice.

En cuanto a sitios arqueológicos con asentamientos prehispánicos advierte que se han reportado 20, varios de ellos distribuidos sobre la cuenca del río Aguanaval. Predominan los que tienen restos de estructuras prehispánicas con edificaciones importantes, ya que en superficie se han detectado alineamientos de piedra correspondientes a los cimientos; y montículos que sugieren plataformas habitacionales o templos, además de áreas de cultivo; son alrededor de 12, entre los que destacan: El Carrizalillo, La Casita, Paso del Macho y Cerro de Las Burras.

También se conservan diversas cuevas ocupada por el hombre prehispánico, algunas con terrazas de cultivo e incluso una funeraria, llamada Cardona. Asimismo, se tienen ubicados sitios arqueológicos con manifestaciones rupestres, como Cañada de Linares, Cueva Blanca y Cerro Rajado, donde hay indicios de actividades rituales y cultos a la fertilidad, como lo refiere la representación de vulvas en los motivos pictóricos. Además de otros espacios con concentraciones de material lítico: puntas de flecha, raspadores, metates; así como uno con material lítico y cerámico.

En lo que se refiere a la lítica, Torreblanca Padilla explica que se han encontrado herramientas y puntas de flecha de diversas épocas y tipos; por sus formas, se sugiere que las más antiguas datan de 10,000 al 2,000 a.C. (puntas Fragua y Duran) y del 5,000 al 3,000 a.C. (puntas Adaez), lo que refuerza la información del hueso de mamut posiblemente raspado por el hombre.

Para la época mesoamericana, el arqueólogo señala una importante ocupación humana cuyo complejo lítico es similar al de la cultura Chalchihuites, pero, sin duda, los materiales sugieren un desarrollo cultural distinto a los grandes complejos vecinos como éste, el Valle de Malpaso y la cañada de Bolaños.

Otras piezas localizadas en el valle Trujillo son objetos lapidarios: tiestos cerámicos, figurillas de barro y artefactos de molienda de suma importancia, porque muestran un asentamiento con distintos especialistas, una estratificación social y pistas sobre su cosmovisión e incluso apariencia física.

Una de las premisas que destaca es que a partir del análisis de datos se observa una convivencia de grupos nómadas con seminómadas, lo que podría ayudar a entender el periodo Posclásico de Zacatecas, poco estudiado por la arqueología: es la etapa de la desaparición de los grupos sedentarios, entre 900 y 1000 d.C., hasta la llegada de los españoles.

Las observaciones preliminares a partir de la monografía histórica tendrán que confrontarse con excavaciones futuras, por el momento, permiten establecer una secuencia histórica y arqueológica, concluye el propio investigador.

La monografía fue publicada recientemente bajo el título Población antigua de Fresnillo, en una edición local por Taberna Libraria Editores, en Zacatecas.


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