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Miércoles 24 de abril de 2024

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Revisitan el legado antropológico y cultural de la Revolución Mexicana

Revisitan el legado antropológico y cultural de la Revolución Mexicana

Revisitan el legado antropológico y cultural de la Revolución Mexicana

_ La videoconferencia fue retomada por El Colegio Nacional, como una propuesta de difusión en el marco de la contingencia sanitaria por COVID-19.A

Más allá de las consecuencias de orden político que produjo, la Revolución Mexicana también tuvo un impacto en lo social, llevando al ágora pugnas agrarias e indigenistas, las cuales derivarían en medidas del calado de los artículos 27 y 123 constitucionales, que, desde una perspectiva académica, también ‘revolucionarían’ la práctica de la antropología y la vida cultural del México de inicios del siglo XX.

A través de su canal en YouTube, El Colegio Nacional (Colnal) revisitó una mesa de diálogo, la cual, en octubre de 2017 y bajo el título de “Antropología y Revolución”, reunió al historiador y linguista Miguel León-Portilla (1926 -2019) y a dos reconocidos investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y el historiador Salvador Rueda Smithers.

Llevada a cabo en el marco del II Encuentro “Libertad por el saber” —foro que anualmente convoca el colegio—, tal charla inició con una disertación del entrañable tlamatini acerca de dos hombres que, si bien, materializaron muchos de los ideales revolucionarios relativos a la cultura y a la educación, lo hicieron desde pensamientos totalmente opuestos: José Vasconcelos y Manuel Gamio.

El primero de ellos fue el artífice de campañas culturales nunca vistas en lo concerniente a la difusión de las letras impresas en el país, y del auge de movimientos artísticos como el muralismo, en la década de 1920, a la vez que también estaba imbuido de nociones totalmente erróneas con respecto a las culturas indígenas de México.

Tan solo en el prólogo a su Breve historia de México, Vasconcelos dejó escrito que todos los testimonios históricos de la Conquista provienen de autores “de nuestra lengua”, refiriéndose al español, ya que “nada dijeron por cuenta propia los indios, porque no habían tenido genio para inventar un alfabeto”.

León-Portilla replicaba, por supuesto, que no existió ni existe hoy, “cuando aún hay muchos mexicanos que lamentablemente no saben leer o escribir, una relación de causa-efecto entre ser analfabeta y no poder razonar”.

Así, frente al pensamiento de Vasconcelos con respecto al pasado y al entonces presente indígena, el académico citaba a Manuel Gamio, su ‘tío’ —dado que estaba casado con una tía paterna­—, quien en libros como Forjando patria (1916) vertió muchas de las ideas que luego buscaría concretar en la práctica, entre ellas la inclusión de los pueblos indígenas en la vida pública y la defensa de los múltiples idiomas originarios de México.

El linguista agregó que, gracias a la cercanía tuvo con los círculos políticos revolucionarios y posrevolucionarios, Gamio pudo realizar, entre 1917 y 1922, un proyecto de investigación sin precedentes, el cual reunió a historiadores, arqueólogos, antropólogos, linguistas y otros expertos para estudiar a un grupo poblacional específico: los indígenas de San Juan Teotihuacan, desde sus orígenes hasta su contemporaneidad.

La población del valle de Teotihuacan (1922), coincidió Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, fue el inicio de la antropología aplicada en nuestro país; asimismo, se trató de una publicación que recorrió muchos de los círculos académicos del mundo y fue calificada desde esos momentos como “una obra cumbre para la disciplina”.

Tras estas participaciones, el director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, Salvador Rueda, acotó que muchos de los logros antropológicos y en general culturales de la Revolución fueron hechos por individuos a menudo vistos con roles secundarios en dicho proceso histórico.

Uno de ellos, destacó, es el poblano Pastor Rouaix —duranguense por adopción—, a cuya visión unificadora se deben logros como la primera ley agraria de la época revolucionaria, decretada justamente en Durango hacia 1914, o incluso el Artículo 27 de la Constitución Mexicana, “que para muchos es el artículo de mayor calado que se redactó en Querétaro”, toda vez que, de manera pionera, colocó el interés colectivo por encima del individual, dando así una inversión jurídica al pensamiento liberal que, incluso, terminó probando su alcance muchos años después, durante la Expropiación Petrolera de 1938.

En aquel 2017, León-Portilla y Rueda Smithers concluyeron afirmando que la Revolución Mexicana, contrario a lo que se piensa a menudo, sí tuvo rostros protagónicos desde el ala cultural, con proyectos de importancia inusitada, los cuales dejaron atrás las visiones que privilegiaban a pequeños grupos de eruditos, para llevar, en su lugar, las disciplinas humanísticas a nuevos terrenos y volverlas accesibles a mexicanos de todas las clases.



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