_ *** El trabajo sentó las bases para el registro, la catalogación, restauración y conservación de este tipo de mecanismos sonoros en el país
Dentro de las atribuciones de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), está la atención de los bienes muebles asociados a edificaciones históricas, como es el caso de los órganos tubulares, instrumentos musicales cuya recuperación requiere de una minuciosa y titánica labor por parte de especialistas en la materia.
Los trabajos de restauración de expertos de dicha instancia, han marcado un antes y un después en la metodología de intervención de estos artefactos sonoros, los cuales, por siglos, han acompañado los rituales eucarísticos.
Un ejemplo es la rehabilitación del órgano del Santuario del Cristo de Mapethé, ubicado en la Sierra Gorda hidalguense, efectuada hace 33 años, con la cual los especialistas sentaron las bases para la correcta intervención de estos instrumentos musicales, gracias a la meticulosa y documentada forma en que realizaron la intervención.
En la primera sesión de los conversatorios sobre patrimonio organístico, que desarrolla la CNCPC, se analizó este proyecto en la conferencia De regreso al Santuario de Mapethé, cuya labor fue galardonada por el Instituto, en 2001, con el Premio Paul Coremans, al mejor trabajo de conservación de bienes muebles.
En ponencia virtual, difundida por el canal de la CNCPC en YouTube, como parte de “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura, autoridades de dicha coordinación nacional destacaron que esta intervención fue la primera en su tipo realizada por el INAH y, a partir de ella, en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) se creó el curso “Introducción a la restauración de órganos tubulares”.
Los especialistas que encabezaron el proyecto, liderado por el restaurador y laudero Daniel Guzmán Vargas, innovaron con una metodología que se ha seguido utilizando y perfeccionando, sobre todo, en el trabajo conjunto entre las instancias del Instituto relacionadas con la formación en conservación del patrimonio y la ejecución de esta.
El experto, quien durante 20 años tuvo a su cargo el Taller de Instrumentos Musicales de la ENCRyM, dijo que las labores en el órgano, el cual data de 1852, iniciaron en 1988. Fue la restauradora de la CNCPC, Laura Lelo de Larrea López, quien en 1987 le informó del instrumento musical, ya que ella realizaba prácticas de campo sobre la pintura de caballete del templo.
Comentó que, aunque ya tenía algún conocimiento de trabajos de restauración de órganos que se realizaban en esa época, la mayoría eran sin documentación o escasa, por lo que planteó el proyecto al entonces director de la ENCRyM, Jaime Cama Villafranca; la intervención, con un registro riguroso de las partes del citado instrumento, duró 12 años.
Parte del trabajo se hizo en el taller de la CNCPC, donde se fabricaron las flautas nuevas y la restauración de las originales que estaban dañadas. “Reconstruimos su máquina de campanitas, pues ya no la tenía. Me basé en una de un órgano de Vizcaínas, de mediados del siglo XIX; realizamos nuestras propias fichas técnicas de los elementos del órgano, además de documentar las afinaciones, medidas de las flautas, el registro para flautado, trompetas, entre otros elementos”, detalló Daniel Guzmán.
El especialista en afinación de órganos tubulares, José Luis Falcón, quien 1998 fundó la empresa Realejo Organeros Asociados, asesoró la última etapa del proyecto, relativa a la entonación y adecuación sonora de las flautas y trompetas, así como la restauración de fuelles de piel.
Autoridades de la ENCRyM destacaron la importancia de este tipo de proyectos interdisciplinarios, donde convergen la formación académica, profesional y la experiencia de varios especialistas, lo cual es fundamental para la conservación y restauración de este tipo de instrumentos; “no solo se trata de cuestiones técnicas para intervenirlos, sino también de conocimientos sobre la historia de la música, aspecto que fue fundamental en esta restauración.
“Para el INAH, la ENCRyM y la CNCPC, el proyecto de restauración de este órgano sentó muchas bases, las cuales hoy son fundamentales para el registro, catalogación, restauración y conservación de este tipo de instrumentos”, finalizaron.