EL VIEJO MUSEO DE MONEDA, ESPÍRITU DEL MNA: IKER LARRAURI - NTCD Noticias
Lunes 27 de octubre de 2025

Inicio

-

Espectáculos / Cultura

-

EL VIEJO MUSEO DE MONEDA, ESPÍRITU DEL MNA: IKER LARRAURI

EL VIEJO MUSEO DE MONEDA, ESPÍRITU DEL MNA: IKER LARRAURI

EL VIEJO MUSEO DE MONEDA, ESPÍRITU DEL MNA: IKER LARRAURI

_ - Hace 50 años el nuevo recinto fue parteaguas, un salto que resumió una serie de experiencias del viejo museo de Moneda 13
En el museo de Chapultepec fue muy importante mantener una propuesta didáctica para cumplir con la función educativa


Cuando el museógrafo mexicano Iker Larrauri Prado tenía 22 años y estudiaba arquitectura en San Carlos, todas las mañanas, en su camino a la escuela pasaba frente al Museo Nacional de Antropología, en la calle de Moneda. Desde la puerta del viejo recinto ubicado en el Centro Histórico veía la Piedra del Sol y sentía la necesidad de entrar, pero la premura se lo impedía, hasta que un día lo hizo: quedó con la boca abierta al poner sus pies en el Salón de Monolitos. Comenzaban los años cincuenta y en ese instante era impensable que una década después participara en la edificación de un nuevo museo para albergar aquella riqueza mesoamericana.

En 1964, el Museo Nacional de Antropología fue trasladado al bosque de Chapultepec, a un espacio construido ex profeso con todos los avances en museografía y recursos tecnológicos de la época. Desde 1960, un grupo de arquitectos, encabezados por Pedro Ramírez Vázquez, se encargaron de planear la edificación mientras las entrañas del espacio de exhibición las concebían los museógrafos, en un principio dirigidos por Iker Larrauri, quien desde aquella mañana, cuando todavía estudiaba arquitectura, inició un diálogo con el viejo recinto de Moneda 13, visitó sus recovecos, conoció sus colecciones, hasta que su interés intelectual lo llevó a descubrir la arqueología y luego la museografía lo descubrió a él.

Medio siglo después, Iker Larrauri afirma que el Museo Nacional de Antropología de México se gestó en el viejo edificio de Moneda 13, cuando en 1955 un grupo de museógrafos, entre los que se encontraban Miguel Covarrubias, Mario Vázquez y él, reestructuraron algunas de sus salas: Occidente, Oaxaca y Maya, y también se reacomodaron los monolitos mexicas del gran salón.

De aquel trabajo de reestructuración, recuerda con especial emoción la recreación de la Tumba de Pakal: a€œLa reproducción estaba en la Sala Maya, al nivel del patio, del lado izquierdo, debajo de lo que era la Escuela Nacional de Antropología e Historia, pero la hicimos de manera que el público tenía que subir al segundo nivel del edificio. Ya dentro de la sala de exhibición, a través de un hueco muy estrecho que adaptamos como entrada a la cámara mortuoria, la gente descendía por otra escalera construida para llegar hasta un cuarto oscuro con techo reelaborado a la manera de bóveda maya; en los muros se rehicieron con yeso los relieves de los señores de la noche y al centro se encontraba el sarcófago con la tapa-imagen del gobernante. Cerca de un año nos llevó este trabajo.

a€œEl público podía bajar casi al ras de la lápida, allí se detenía y veía la recreación del entierro por un costado que se dejó abierto. En seguida la gente pasaba a una salida falsa donde por primera vez se exhibía al público el ajuar del gobernante: su máscara de 200 teselas y su joyería de jade, descubiertos dentro de la bóveda por el arqueólogo Alberto Ruz. Era una visita formidable, la gente quedaba maravilladaa€, recuerda. El museógrafo narra que aprovecharon los recovecos del edificio de Moneda para recrear la tumba maya en la misma dimensión que la real.

En 1964 la reproducción fue trasladada a Chapultepec, al nuevo museo, donde se sigue apreciando en la Sala Maya junto con el ajuar original de Pakal, dentro de la sección del Inframundo, a la cual se accede bajando unas escaleras.

a€œEl museo de Chapultepec es el antiguo museo trasladado a una escala, a una dimensión distinta. Igual que en Moneda, una vez que se llega al patio central tenemos la perspectiva de la Piedra del Sol, como ocurría dentro de la gran sala de monolitos que se divisaba desde la calle. La Sala Mexica era el remate del edificioa€, explica Iker Larrauri Prado.

Cuando se tomó la decisión de construir el nuevo espacio de exhibiciones, de inmediato se integró un equipo de trabajo que nació del viejo museo y al que se unieron muchos talentos. En 1960 empezó la programación y en 1961 se integró el Consejo Consultivo para la Planeación e Instalación. El presidente fue el historiador, arqueólogo y arquitecto Ignacio Marquina; el secretario y coordinador general, el arqueólogo Luis Aveleyra Arroyo de Anda, quienes en ese momento ya contaban con una destacada trayectoria dentro del museo y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez estuvo al frente del proyecto y la dirección general de la obra. Cada sala tuvo asesores científicos que eran los arqueólogos y antropólogos más destacados de la época, también investigadores del antiguo museo y egresados de la escuela del INAH, como Román Piña Chan, José Luis Lorenzo, Alberto Ruz, Francisco González Rul, Guillermo Bonfil, Barbro Dahlgren y Fernando Cámara.

Así que, dice el museógrafo, la disposición actual del Museo Nacional de Antropología está basada en las experiencias del viejo museo. En un año se hizo un programa muy detallado y cuidadoso: cada oficina, cada taller, toma de corriente, la elección de materiales, de madera, vidrios.

a€œEn el viejo museo no se pasaba directamente a las salas, había un espacio de introducción que describía lo que era la antropología, en qué consistía, seguida de una serie de salas con colecciones que no eran completas pero que permitían narrar aspectos de la antropología en muestras de distintas culturas. En 1964, en el museo de Chapultepec fue muy importante mantener una propuesta didáctica para cumplir con su función educativaa€.

La intención que tuvo el nuevo Museo Nacional de Antropología fue despertar admiración por el pasado de México y respeto por las obras heredadas de las culturas prehispánicas, dice Iker Larrauri. A través del discurso de cada sala se procuró que el público comprendiera lo que significa que un objeto esté ahí, todo lo que carga, lo que implicó producirlo. No se trata de un museo de arte, sino de arqueología, señala el especialista.

a€œHace 50 años el Museo Nacional de Antropología fue parteaguas, un salto que resumió una serie de experiencias del viejo espacio de Moneda 13a€, asegura el museógrafo y escultor, quien también advierte que, con el cambio del recinto, el INAH comenzó a crecer. En un principio, como ya era tradición, la biblioteca y la escuela se mantuvieron en las instalaciones, pero después fue insuficiente el espacio y la Escuela Nacional de Antropología e Historia se trasladó a Cuicuilco.

El museógrafo es autor de dos murales de la Sala Poblamiento de América: el titulado El Paso de Bering y el que reproduce la fauna del Pleistoceno. También diseñó la escultura Sol de viento, con forma de caracol, que se encuentra en el estanque del patio central.


Reacciones