_ Las calaveritas de azúcar se han convertido en un elemento esencial de los altares durante el Día de Muertos en México, junto a flores de cempasúchil y veladoras. Estas figuras dulces representan cómo los mexicanos recuerdan con alegría a sus seres queridos fallecidos cada 2 de noviembre.
De acuerdo con artesanos como Adrián Chavarría, cuya familia produce calaveritas desde los años 40 en Ciudad de México, la mayoría de las personas las adquiere para decorar altares y no para consumo personal. La tradición se vincula con creencias prehispánicas relacionadas con la agricultura, que sostienen que los familiares regresan a casa durante esta fecha.
Las calaveritas se elaboran principalmente con azúcar, chocolate o amaranto, y pueden incorporar almendras, cacahuates, semillas de calabaza o miel, dependiendo de la región. Sus orígenes se remontan a prácticas mesoamericanas en las que se ofrecían figuras de amaranto y miel a los dioses, mientras que la técnica del azúcar llegó con los conquistadores españoles en el siglo XVI.
La producción artesanal requiere un proceso meticuloso que inicia en abril y culmina en octubre, justo antes del Día de Muertos. Cada pieza se moldea, enfría y se pinta a mano, con tamaños que van de los 3 a los 400 pesos. Para familias como la de Chavarría, elaborar calaveritas no solo es un negocio, sino un legado cultural que mantiene viva la memoria de los seres queridos y el folclor mexicano.
El montaje de altares, con velas, alimentos y bebidas favoritas de los difuntos, refleja la importancia de estas figuras en la celebración. Cada calaverita simboliza la memoria y el cariño hacia quienes han partido, reforzando la riqueza cultural y la identidad del Día de Muertos en México.
